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No es oro todo lo que reluce en el nuevo Myanmar

lunes, 16 de abril de 2012

En Laja Yang hay pocas señales del nuevo entusiasmo democrático impulsado por la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi. El pueblo se encuentra en una sangrienta franja étnica en el norte del país, una zona salpicada de refugios fortificados, soldados del Ejército y combates esporádicos pero mortales.

Hay pocas señales de despertar democrático en Laja Yang.

Pese a las reformas políticas que han captado la atención en otras partes de Myanmar (la antigua Birmania), este polvoriento lugar sigue siendo un pueblo fantasma, abandonado el año pasado cuando estallaron choques entre los militares birmanos y los rebeldes de la etnia kachin, que comenzó su lucha por la independencia en la década de 1960.

Con la mayor parte de sus habitantes huidos, el pueblo se encuentra en una sangrienta franja étnica en el norte del país, una zona salpicada de trincheras.

La semana pasada, la elección del icono de la democracia Aung San Suu Kyi para el Parlamento desató escenas de júbilo a lo largo de Myanmar, pero poco de de este optimismo llegó hasta Laja Yang.

Desde refugios fortificados, soldados del Ejército de Independencia de Kachin (KIA) mantienen su tensa vigilia diaria, controlando el puesto del Ejército de Birmania al otro lado del valle. El KIA es el brazo armado de la Organización para la Independencia de Kachin (KIO).

Los soldados estaban en alerta roja una mañana de la semana pasada después de escucharse disparos detrás de las líneas enemigas.

En esa ocasión se trató de una falsa alarma (los soldados birmanos fueron vistos poco después trasladando una vaca recién matada hasta su campamento), pero el conflicto en el estado de Kachin, que está en la frontera con China en el norte del país no muestra signos de irse aplacando.

Los enfrentamientos se han agudizado en la zona desde junio de 2011, cuando un alto el fuego de 17 años entre el KIA y el Gobierno de Myanmar pasó al conflicto armado.

Los combates desde entonces han sido esporádicos, pero mortales. Más de 150 soldados del KIA han sido asesinados en cientos de escaramuzas en la jungla, y decenas de miles han sido obligados a dejar sus casas.

Entraron en el pueblo y lo quemaron todo, dice La Htaw La Ring, un soldado del KIA de 39 años cuya casa en el pueblo de Nam San fue destrozada por las tropas gubernamentales en octubre. “Dispararon a todo lo que vieron en el pueblo, incluso a los perros”.

Desde que logró la independencia en 1948, Myanmar se encuentra en un estado constante rozando la guerra civil con una serie de milicias étnicas que piden la independencia del estado central. Pero la situación es especialmente grave en el Kachin, una región rica en jade, oro y madera, con ríos potentes en los que se están construyendo presas para proyectos hidroeléctricos de China.

En virtud de un acuerdo de alto el fuego de 1994, grandes partes de la región pasaron a ser controlados por el KIA, que asegura tener 20.000 efectivos, mientras que el KIO utilizó los ingresos fiscales para fundar un mini estado autónomo en el territorio montañoso fronterizo con China.

En este momento, sin embargo, los rebeldes kachin están siendo sitiados. Desde junio los militares de Birmania han obligado al KIA a retroceder hasta sus bastiones a lo largo de la frontera china. Los combates han ido aumentando y la zona está ahora en pie de guerra.

El KIA ha trasladado su cuartel general a un hotel en Laiza, la ciudad en la frontera con China que sirve de capital al independiente Kachinland, al tiempo que hombres y mujeres de todas las edades se han alistado voluntarios al servicio militar.

Shang Hting Tang es uno de los 225 nuevos reclutas que han terminado el curso básico de entrenamiento del KIA, un campamento militar de 56 días en el que los voluntarios aprenden maniobras básicas y asisten a clases de historia de Kachin.

Pero hay pocos rostros jóvenes en este grupo de cadetes. Al igual que Shang, muchos de los reclutas son campesinos de edad media que han sido empujados de sus tierras por culpa de los combates.

No quiero matar a soldados, pero quiero defender nuestro estado, dice este hombre de 42 años tras la ceremonia de graduación, que termina con un canto a viva voz del himno nacional de Kachin.

Desde el estallido de los enfrentamientos los grupos de derechos humanos han acusado a las tropas de Myanmar de pillaje y de destrozar propiedades de los kachin, y de disparar contra campesinos desarmados con pequeñas armas y morteros.

En torno a 75.000 kachin han huido de sus hogares desde junio, según un reciente informe de Human Rights Watch, para acabar escondiéndose en la jungla o refugiándose en unos 30 campamentos para desplazados en zonas controladas por el KIO.

Pese a una reciente visita de miembros de la ONU, el gobierno de Birmania continúa bloqueando la ayuda exterior a las zonas del KIO. En Jeyang, un campamento a las afueras de Laiza en el que viven 5.800 personas, comienzan a faltar alimentos, materiales de construcción y otros suministros.

Algunas personas han huido al lado chino, pero las autoridades chinas no les cuidan”, señala Doi Pyi Sa, jefe de las operaciones de ayuda del KIO. “Si el conflicto dura mucho más, habrá muchas dificultades. No podemos sobrevivir sin ayuda internacional”.

Visto en La información.

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