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El relator de la ONU visita Birmania tras la violencia sectaria en Rakhine

lunes, 30 de julio de 2012

El enviado especial de Naciones Unidas para los derechos humanos en Birmania (Myanmar), Tomás Ojea Quintana, inició hoy una visita al país asiático, después de que la ONU alertara sobre la violación de derechos de la minoría rohingya tras los disturbios en el estado Rakhine.

Ojea Quintana llegó anoche a Rangún para una estancia de seis días durante la cual se entrevistará con miembros del Gobierno, del Parlamento y la sociedad civil, y visitará los estados Rakhine y Kachin, donde continúan los enfrentamientos entre el Ejército y la guerrilla de esta minoría.

El relator llegó a Birmania dos días después de que la alta comisaria para los Derechos Humanos de la ONU, Navi Pillay, advirtiera sobre la violación de derechos de los rohingya por parte de las fuerzas de seguridad tras los disturbios de hace un mes entre esta minoría musulmana y la mayoría budista.

"Hemos recibido varios informes de fuentes independientes que denuncian respuestas arbitrarias y discriminatorias de las fuerzas de seguridad, y su instigación e implicación en los disturbios", dijo Pillay en un comunicado.

"Los informes indican que la respuesta inicial de las autoridades ante la violencia comunal derivó en una persecución contra musulmanes, en particular, miembros de la comunidad rohingya", añadió Pillay que pidió una investigación independiente sobre los hechos.

Ojea Quintana señaló en una nota emitida antes de su viaje que "Birmania sigue afrontando desafíos en materia de derechos humanos, incluyendo la violencia reciente en el estado de Rakhine, y conflictos armados, particularmente en el estado de Kachin".

Al menos 78 personas murieron y unas 80.000 tuvieron que huir de sus hogares a raíz de la violencia sectaria que se desencadenó en junio en el oeste Birmania después de que dos musulmanes violaran y asesinaran a una mujer budista.

Unos 800.000 musulmanes de la etnia rohingya viven en Birmania, la mayoría en Rakhine, aunque las autoridades de este país de mayoría budista no los reconocen como ciudadanos y mantiene que proceden de la vecina Bangladesh.

Esta comunidad apátrida tampoco es reconocida en Bangladesh, donde unos 300.000 rohingyas se encuentran hacinados en campos de refugiados.

Birmania, después de casi medio siglo de dictadura militar, vive una etapa de reformas de tinte democrático desde que la última junta se disolvió y traspasó el poder a un gobierno civil afín, en 2011.

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