El pasado viernes se reunió el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, y ha emitido una enérgica condena contra el gobierno birmano porque, después de los disturbios de septiembre, aún hoy se siguen violando los derechos fundamentales en el país. Impresionante descubrimiento de la ONU.
Siete meses ha tardado el Consejo de los Derechos Humanos de Naciones Unidas en condenar la represión de la Junta Militar de Birmania a las marchas pacíficas de monjes budistas que pedían la llegada de la democracia al país. Esa represión ha sido calificada de "violación sistemática de los derechos fundamentales" por los miembros permanentes del Consejo, Inglaterra, Francia, China y Rusia, así como Estados Unidos que participa en calidad de observador.
A pesar de todo, hay países que han emitido sus votos particulares; Pakistán dijo que las actividades citadas se apoyaban más en aspectos políticos que en temas referentes a derechos humano; India dijo que la resolución era discriminatoria; y, finalmente, China dijo que la comunidad internacional debe reconocer los pasos positivos que la junta ha dado para mejorar la situación de los derechos humanos en el país. Curioso que estos sean de los pocos países que siguen sacando tajada de la dictadura birmana y, por coherencia, apoyándola.
¿Y qué dicen los dictadores birmanos? Que se exagera todo. El representante de Birmania, Wunna Maung Win, dijo que la resolución de naciones Unidas sólo tenía "motivaciones políticas". "Se trata de una resolución intrusiva y en la que no se han tenido en cuenta aspectos positivos como la constitución que está en marcha". La Junta Militar anunció tras las revueltas que el próximo mes de mayo tendría lista una constitución como preludio de las elecciones democráticas de 2010. "Al menos deberían tener en cuenta esta evolución", dijo Maung Win.
Finalmente, después de que Birmania le negase el visado para volver a entrar en el país, Naciones Unidas ha decidió sustituir al brasileño Pinheiro, hasta ahora observador independiente de la organización en Birmania, por el argentino Tomás Ojea, del que se espera que visite lo más pronto posible el país para evaluar la situación actual. Pinheiro, después de su última visita en noviembre, entregó al Consejo un informe en el que se detallaba que durante la crisis de septiembre murieron al menos 31 personas y más de 4.000 fueron arrestadas. Su último informe hablaba de que las autoridades aún tienen detenidos a 1.850 presos políticos. En su última comparecencia dejó una frase para la historia:
"Si usted cree en los gnomos, los trolls y los elfos, puede creer en este proceso democrático en Birmania"¿Le habrá costado el puesto esta frase?