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La ONU denuncia que en Birmania sigue la violación sistemática de los DD.HH.

jueves, 24 de noviembre de 2011

La Asamblea General de la ONU aprobó hoy una resolución que denuncia que en Birmania (Myanmar) persiste la violación sistemática y generalizada de los derechos humanos por parte de su Gobierno.

La Asamblea aprobó una resolución, copresentada por 45 países, por 98 votos a favor, 63 abstenciones y 25 en contra, entre estos últimos los de China, Rusia, Cuba, Corea de Norte, Irán, Nicaragua, Sudán o Venezuela.

En el documento, la mayoría de los países expresaron su "grave preocupación por la violación sistemática y continua de los derechos humanos y las libertades fundamentales del pueblo de Birmania", al tiempo que reconoce el compromiso asumido por el Gobierno del país de efectuar reformas para hacer frente a tales violaciones.

El embajador birmano ante la ONU, U Than Swe, rechazó la resolución, que calificó de "politizada" y se quejó de que llega cuando su Gobierno "está reforzando su cooperación con la comunidad internacional, incluyendo al Consejo de Derechos Humanos" (CDH), que tiene su sede en Ginebra.

También recordó que el enviado especial de la ONU para Birmania sobre los Derechos Humanos "ha resaltado la evolución positiva".

A ese respecto, el documento subraya que "acoge con beneplácito" las conversaciones celebradas recientemente entre el Gobierno birmano con la premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi y con partidos de la oposición.

La resolución "alienta al Gobierno a convertir las conversaciones en marcha en un diálogo sustantivo y periódico" al tiempo que mantiene contactos con la oposición democrática, para iniciar un proceso de reforma democrático que incluya a todos y conduzca a la reconciliación nacional y a una paz duradera en el país asiático.

También pidió al Gobierno birmano que asegure que "no se restrinja a Aung San Suu Kyi el ejercicio de todos sus derechos humanos y libertades fundamentales", en particular en lo referente a su libertad de circulación y a su derecho a participar plenamente en el proceso político, además a que le proporcione protección física.

La Asamblea, además, "exhorta encarecidamente al Gobierno de Birmania a que adopte medidas urgentes para poner fin" a las continuas y graves violaciones de las normas internacionales de derechos humanos y del derecho internacional humanitario.

También pidió a las autoridades birmanas que "pongan fin inmediato" al reclutamiento y la utilización persistentes de niños soldados por las fuerzas armadas y otros grupos armados, en violación del derecho internacional.

La Asamblea General de la ONU aprobó también por mayoría hoy otras dos resoluciones que expresan su preocupación por las deterioradas situaciones de los derechos humanos en Irán y Corea del Norte, en donde también denunciaron que se producen violaciones sistemáticas y generalizadas de los principios fundamentales.
Visto en ABC.

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La incierta transición birmana

miércoles, 23 de noviembre de 2011

Durante los últimos meses, el Gobierno de Birmania ha tomado una serie de decisiones que sugieren que podría estar embarcado en una transición democrática tras cinco decenios de dictadura militar. Pero, ¿se trata de cambios reales? ¿Es el presidente Thein Sein un ‘Gorvachov’ birmano?

Nadie esperaba mucho del ex general Thein Sein cuando tomó posesión de su cargo en marzo tras ganar unas elecciones amañadas en noviembre. Pero, entre otras medidas, ha mantenido conversaciones con la líder de la oposición democrática, Aung San Suu Kyi, ha relajado la censura de los medios de comunicación e Internet y el Parlamento ha aprobado una enmienda a la ley de partidos que permitirá a la Liga Nacional para la Democracia (LND) registrarse legalmente y concurrir a los próximos comicios. Tras reunirse con él, la propia Aung San Suu Kyi declaró que el Presidente “desea un cambio positivo y real” y ha anunciado su intención de presentarse a unas próximas elecciones en las que se elegirá a 48 miembros del Parlamento.

Pero no todos son tan optimistas. La Alianza de Monjes Birmanos, que organizó en 2007 la llamada revolución de azafrán, se ha opuesto a la decisión de la LND de registrarse, al considerar que no se han producido los cambios suficientes para ello. Por su parte, Maung Zarni, profesor de la London School of Economics, se muestra muy escéptico ante las reformas, que califica de meramente “cosméticas. En una entrevista para FP en Español aclara que “los cambios no afectan a quienes detentan el poder en última instancia, los militares, algo que ahora recoge la Constitución aprobada en 2008. El Ejército decide la política exterior del país, controla todas las instituciones del Estado y determina las operaciones militares contra las comunidades étnicamente no birmanas”.

En materia de derechos humanos, la situación ha cambiado poco, pese a que el Gobierno ha creado una Comisión cuya independencia es más que dudosa. En octubre liberó a más de 200 presos políticos, una noticia que difundieron los medios de todo el mundo, pero unos 1.800 siguen en prisión y aún no está claro si habrá más excarcelaciones. Según Anna Roberts, codirectora del influyente grupo de presión Burma Campaign UK, el número fue “decepcionantemente bajo” y la liberación no supone ninguna novedad: “Las excarcelaciones recientes son similares a otras muchas anteriores y no indican necesariamente que se vayan a producir verdaderos cambios. Por ejemplo, cuando el anterior dictador, Than Shwe, se hizo con el poder en 1992, excarceló a 427 presos políticos”.

El conflicto entre el Gobierno central, de mayoría étnica birmana, y las numerosas etnias de la periferia es un factor clave en la política del país. “Muchos miembros de la oposición democrática no creen que las últimas medidas del Gobierno representen un verdadero cambio, ya que continúa la guerra civil en los Estados Kachín, Shan y Karen, con ofensivas a gran escala del Ejército birmano, y los soldados del Gobierno siguen cometiendo violaciones de los derechos humanos generalizadas”, explica Zin Linn, director de información del Gobierno de Coalición Nacional birmano en el exilio.

Es preciso recordar que el Ejército tomó el poder en 1962 y se ha mantenido en él hasta ahora con el pretexto de asegurar la unidad nacional. Ningún Gobierno birmano ha sido capaz de solucionar el problema de las minorías desde que el general Aung San, artífice de la independencia birmana y padre de Aung San Suu Kyi, firmara en 1947, pocos meses antes de morir asesinado, el Acuerdo de Panglong con los representantes de algunos grupos étnicos. Aquel acuerdo, que ningún Gobierno ha respetado, contemplaba un Estado federal con una amplia autonomía para los Estados étnicos, que se reservaban el derecho a la secesión diez años después.

Tras su liberación hace un año, Aung San Suu Kyi anunció su intención de celebrar una segunda conferencia de Panglong con los diversos grupos étnicos, pero hasta la fecha no ha conseguido convocarla. Mientras tanto, según algunas fuentes, algunos miembros del Gobierno se han reunido con líderes de las minorías étnicas y han acordado un alto el fuego “extraoficial con insurgentes Karen, Chin y Shan, en lo que podría suponer el principio de un proceso de diálogo sumamente complejo y plagado de obstáculos.

El diálogo entre el régimen y la LND de Aung San Suu Kyi está resultando bastante menos complicado. Sin embargo, no todo el mundo considera que pueda dar algún fruto. El periodista sueco Bertil Lintner se muestra escéptico: “Ésta no es la primera vez que Aung San Suu Kyi mantiene conversaciones con miembros el Gobierno. En 1994, aún bajo arresto domiciliario, se reunió con varios miembros de la Junta, y también en 2001 y 2004. No cambió nada. Ahora están ‘hablando’ otra vez y nadie ha visto ningún resultado. Pero los generales aún abrigan la esperanza de tener acceso a las instituciones monetarias internacionales (el FMI, el Banco Mundial y el Banco Asiático de Desarrollo) y esperan que la LND diga públicamente que han de levantarse las restricciones que se lo impiden”.

Un objetivo claro de los generales es que las potencias occidentales, con Estados Unidos a la cabeza, levanten las sanciones económicas. La efectividad de las mismas es objeto de acalorados debates pero lo indudable es que, ya sea por las sanciones, por la desastrosa gestión del Gobierno o por una combinación de ambos factores, Birmania es uno de los países más empobrecidos de Asia pese a contar con enormes recursos naturales. El presidente admitió por primera vez el problema en un discurso ante el Parlamento al principio de su legislatura y ha emprendido algunas reformas económicas. Sin embargo, las que ha “implantado hasta ahora no están a la altura de la retórica del Gobierno”, según el economista especializado en Birmania Sean Turnell.

El régimen ha pedido la asistencia de instituciones como el FMI, que se ha comprometido a ayudarle a renovar su política de cambio de divisas (hasta ahora había dos tipos de cambio: uno oficial fijo y otro extraoficial, de uso común, en el que la moneda nacional, el kyat, podía tener un valor hasta 200 veces menor). Según Turnell, “en el caso de que realmente quiera hacer reformas, el Gobierno podría esgrimir la autoridad intelectual de esas instituciones internacionales frente a los sectores más reaccionarios”.

Birmania ya comenzó a privatizar sectores clave hace dos años. “En aquel momento se trataba de repartir los activos más productivos entre un grupo de oligarcas, amigos de los militares, surgido en los últimos años. Aquello transformó una economía dominada por el Estado en una controlada por una reducida élite. Ahora eso supone un pequeño problema, ya que esos oligarcas, que no tienen que hacer frente a ninguna competencia, forman una poderosa clase opuesta a las reformas”, comenta Turnell.

Pero fue a finales de septiembre cuando Thein Sein hizo uno de sus anuncios más sorprendentes hasta el momento: la suspensión de las obras de construcción de la presa de Myitsone, un gigantesco proyecto hidráulico en el río Irrawaddy, la principal arteria fluvial del país, firmado en 2006 con China, que consumiría el 90% de la electricidad generada por su planta hidroeléctrica. Al proyecto se oponían el grupo étnico Kachín, en cuyo Estado se iba a construir la presa, y numerosas organizaciones civiles, que organizaron una campaña para “salvar el Irrawaddy”, con el apoyo de Aung San Suu Kyi.

Según Thein Sein, se suspendió el proyecto porque “era contrario a la voluntad del pueblo, pero su decisión probablemente esté más relacionada con cálculos geopolíticos. Como explicaba recientemente Bertil Lintner, “el descontento dentro de las fuerzas armadas con la creciente influencia china es una razón más probable” de la suspensión del proyecto. El gigante asiático es el mayor socio comercial del régimen y su principal valedor ante la comunidad internacional desde hace dos decenios, pero muchos militares birmanos desconfían de su poderoso vecino del norte, que durante años apoyó a la insurgencia del Partido Comunista de Birmania.

Según el politólogo tailandés Pavin Chachavalpongpun, del Instituto de Estudios del Sureste Asiático de la Universidad de Singapur, “la idea de que Birmania depende únicamente de China es una exageración. Se han producido algunos incidentes que muestran que puede hacerle frente a China, la cual depende de los recursos birmanos. Birmania desea redimirse ahora que pretende presidir la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN) en 2014, y el distanciamiento de China parece obedecer a ese propósito”.

En un momento en que China mantiene un contencioso territorial con otros miembros de la ASEAN (Filipinas, Vietnam y, en menor medida, Malasia y Brunei) en el mar de la China Meridional, y en el que el creciente poder de la segunda economía del mundo preocupa tanto a sus vecinos del Sureste Asiático como a Estados Unidos e India, la suspensión del proyecto de Myitsone es un gesto especialmente oportuno dirigido tanto a la oposición democrática como a todos esos países.

El distanciamiento de China y los gestos aperturistas ya han dado sus frutos: los países miembros de la ASEAN han anunciado que presidirá la institución en 2014 y Hillary Clinton ha anunciado que visitará el país en diciembre. De ese modo se convertirá en la primera secretaria de Estado de EE UU que visita Birmania en cinco decenios. Estados Unidos, que ha liderado las presiones internacionales contra el régimen en los últimos veinte años, abrirá así un nuevo capítulo en sus relaciones con Birmania.

Sólo el tiempo dirá si los cambios que se están produciendo suponen el inicio de una transición democrática. El régimen birmano podría volver a replegarse, tal y como ha hecho en el pasado, a sabiendas de que puede sobrevivir perfectamente a las sanciones internacionales. Está por ver si la oposición democrática conserva la capacidad, o la voluntad, de movilizar a la población birmana contra el Gobierno si fuera necesario, pero, en el caso de que eso ocurriera, sabe qué cabe esperar del Ejército tras las brutales represiones de las revueltas de 1988 o 2007. Los generales atrincherados en Naypyidaw, la capital que construyeron en la selva hace seis años, continúan teniendo la última palabra sobre el futuro político de Birmania.

Visto en FP.

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El país de las memorias tristes

sábado, 19 de noviembre de 2011

Dos niños monjes en
las afueras de Rangún.
Foto: David Jiménez
  • Los birmanos perdonarían todo a los generales a cambio de su libertad
  • La sociedad mejor preparada hasta los 60 tiene ahora un desarrollo ínfimo
  • Los sistemas educativo y sanitario yacen en ruinas
  • La apertura iniciada tiene un largo camino por delante y un futuro incierto

La primera vez que viajé a Birmania cogí un taxi en el aeropuerto de Rangún y camino del hotel el conductor me contó que era ingeniero. Al día siguiente, en la pagoda de Shwedagon, otro taxista me dijo que le quedaba un año para terminar medicina. Subí a taxis conducidos por arquitectos, biólogos y profesores universitarios. Es posible que no hubiera entonces (1999) un país con taxistas mejor preparados, para cualquier cosa menos conducir taxis.

Los militares habían cerrado las universidades durante años al pensar, acertadamente, que los jóvenes son unos inconformistas empeñados en cambiar cosas que los mayores han terminado por aceptar. Toda una generación se quedó sin completar su formación o lo hizo a medias. Quienes lo lograron no tuvieron más remedio que subirse al taxi. Los demás puestos, fuera y dentro del gobierno, habían sido copados por los militares, sus familiares y sus amigos.

El resultado es una de las grandes injusticias de nuestro tiempo: la sociedad mejor preparada y educada del sureste asiático hasta los años 60, convertida en un estado paria con niveles de desarrollo del África subsahariana. Los sistemas educativo y sanitario yacen en ruinas. Coches, edificios e infraestructuras presentan el aspecto de la Birmania colonial que vivió George Orwell. Sus habitantes han vivido bajo un régimen paranoico que no desmerece al descrito por el autor en su libro 1984.

El país ha permanecido dormido, cinco largas décadas. Y, a pesar de ello, o quizá precisamente por ello, la tierra que los generales renombraron como Myanmar en 1989 sigue siendo uno de los lugares más bellos del mundo. Cuando el gobierno me concede un visado, algo que ocurre cada vez con menos frecuencia, regreso sabiendo de mi incapacidad de disfrutar de esa belleza. La empañan los recuerdos, las memorias tristes.

Cuando paseo por Rangún no veo su encantadora decadencia colonial, sino a soldados persiguiendo a manifestantes desarmados en la fallida Revolución del Azafrán (2007). Si me cruzo con una joven con el rostro embadurnado en tánaka, la pasta blanquecina que protege los rostros de las mujeres, me vuelve a la memoria esa otra adolescente que vi con el vientre reventado por las balas. Los mantras de los templos me devuelven a la escena del monje que, levantándose ensangrentado del suelo, me preguntó si no iba a venir nadie a ayudarles. No respondí, porque tocaba esquivar las balas, y porque tampoco habría sabido qué decir. Nadie iba a rescatarles.

Entre la esperanzas de cambio y el escepticismo
Soldados cargando contra manifestantes
en la Revuelta del Azafrán en 2007
Foto: David Jiménez
Ahora vuelvo a Birmania y por primera vez desde aquel primer viaje hay esperanza de que las cosas sean diferentes. Los periódicos están llenos de noticias sobre los cambios que vive el país. El nuevo Gobierno ha levantado algunas restricciones a la prensa, ha liberado a algunos presos políticos y se ha comprometido a dejar de cometer algunos de los abusos de siempre. Las pensiones de los más pobres han sido aumentadas. Se han creado leyes para proteger a los trabajadores. La líder de la oposición, Aung San Suu Kyi, aparece casi a diario en la portada de los medios oficiales y en breve podrá presentarse a las elecciones. ¿Es posible que haya llegado, al fin, la primavera birmana?

Los viejos amigos de Rangún son escépticos. Cambios cosméticos para contentar a Occidente, dicen. La dictadura sigue intacta. Cientos de presos políticos en las cárceles. No te puedes fiar de los generales. ¿Primavera? Otoño a lo sumo, y con previsión de que cualquier día vuelva el invierno de la represión y la tiranía. Nadie podría culparles por no creer: acumulan demasiadas traiciones.

Los militares hoy en el poder, ahora sin uniforme y aupados al poder con unas elecciones amañadas en 2010, son los mismos que en 1988 dispararon a estudiantes que pedían democracia en las calles, ahogando en el lago Inya de Rangún a los detenidos. Los mismos que viven en grandes mansiones y controlan todos los negocios de una economía construida para su único beneficio. Los mismos que volvieron a masacrar a sus ciudadanos en la Revolución del Azafrán y los mismos que han privado de educación a su pueblo, conscientes de que así podrían controlarlo mejor.

Los taxistas de Birmania son ahora taxistas. No hay ingenieros conduciendo por las calles de Rangún ni planeando la construcción de puentes. Tampoco médicos. No digamos escritores o pensadores independientes. Un amigo periodista, que ha ejercido durante cinco décadas de dictadura, y que se resiste a jubilarse ahora que ve la esperanza de hacerlo en libertad, resume lo ocurrido: "En los años 60 organismos como la ONU y grandes multinacionales venían a Birmania a buscar a su personal. Estos días los hoteles tienen problemas para encontrar alguien capaz de trabajar como recepcionista".

La apertura iniciada tiene todavía un largo camino por delante y un futuro incierto. Sectores radicales del Gobierno conspiran ya para tumbarla. Nadie que conozca el país se atrevería a predecir la situación de aquí a un año. Los birmanos, más que nadie, quieren pensar que esta vez todo será diferente. Están dispuestos a darles a los militares otra oportunidad. Serían capaces de perdonárselo todo, dejar atrás sus memorias tristes, a cambio de la libertad.

Visto en un twit de @DavidJimenezTW a través de El mundo.

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Clinton viajará a Birmania para alentar proceso de reformas democráticas

viernes, 18 de noviembre de 2011

La secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton, viajará a Birmania el mes próximo para alentar los "destellos de esperanza" que han producido las reformas democráticas en ese país, según anunció hoy el presidente norteamericano, Barack Obama.

Será la primera representante de la política exterior estadounidense que visite el país surasiático en medio siglo.

Obama, que se encuentra en Nusa Dua, en Bali (Indonesia) para participar en la cumbre del foro Asia Oriental, afirmó en una declaración a la prensa que la posibilidad de un cambio democrático en Birmania "es demasiado importante como para hacer caso omiso" tras los "destellos de esperanza" que se han producido en los últimos tiempos.

El presidente habló la pasada noche por teléfono con la líder de la oposición birmana, Aung San Suu Kyi, a bordo del avión Air Force One que le trasladaba a Indonesia.

En esa conversación, la primera que sostenían directamente, la premio Nobel de la Paz informó al presidente estadounidense sobre la situación política en su país, con el énfasis en la necesidad de un proceso de reconciliación que incluya a todos los sectores, y le aseguró que daba su visto bueno a la intervención de Washington.

Obama alabó los recientes pasos dados por el régimen birmano, incluida la puesta en libertad de la líder de la oposición, tras años de arresto domiciliario, y la excarcelación de algunos presos políticos, así como legislación para una mayor apertura política.

Otros altos funcionarios de la Casa Blanca han apuntado también el levantamiento de restricciones a los medios de comunicación, nuevas leyes sobre la organización sindical y la suspensión del proyecto para la construcción de una presa en el río Irrawaddy.

Se trata de "las reformas más importantes en años", declaró Obama, que consideró que abren la posibilidad de un cambio político, algo que es "una oportunidad histórica".

No obstante, matizó que Birmania aún debe hacer mucho más y adoptar medidas más concretas y agregó que si no se producen más avances, el régimen continuará aislado.

Pero, subrayó, si continúan los cambios, se abre la oportunidad de una "reconciliación nacional".

En su visita de dos días, el 1 y 2 de diciembre, Clinton transmitirá ese mensaje al Gobierno, a los actores sociales y a los activistas políticos, incluida la propia Aung San Suu Kyi, explicó el presidente.

Su viaje le servirá para explorar qué caminos puede emprender EEUU para apoyar mejor el proceso de cambios, agregó.

Obama, que se encuentra en Indonesia para participar en la cumbre del Foro Asia Oriental, tiene previsto verse hoy con el presidente birmano, Thein Shein, durante una reunión con los líderes de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN).

Esta organización aprobó el miércoles que Birmania sea el país presidente de turno en 2014, en una iniciativa encaminada a motivar nuevos cambios políticos.

El anuncio de Obama llega cuando el partido político de Suu Kyi, la Liga Nacional para la Democracia, se ha pronunciado por regresar a la legalidad, después de que la junta militar lo disolviera hace un año.

Los militares, en el poder en Birmania desde 1962, justifican su dictadura en la necesidad de que haya un Gobierno fuerte para impedir la desintegración de un país en el que viven 54 millones de personas de numerosas etnias, algunas de las cuales disponen de ejércitos que luchan desde hace décadas por la independencia.

Ante la constante presión internacional, la Junta Militar diseñó una "democracia disciplinada" y entregó el poder a los civiles, casi todos exmilitares afines, el pasado marzo.

A su llegada al poder en 2009, Obama anunció un cambio en su política hacia Birmania que incluiría incentivos para integrar a este país, rico en recursos naturales, en la comunidad internacional si efectuaba reformas democráticos pero mantendría o endurecería las sanciones impuestas por Gobiernos anteriores si los cambios se mantenían inexistentes o avanzaban con demasiada rapidez.

Aunque esa política pareció surtir escasos resultados inicialmente, Washington pudo apuntarse un tanto el año pasado cuando la junta militar anunció la puesta en libertad de Aung San Suu Kyi tras un encarcelamiento domiciliario de siete años.

Visto en ABC y Meneame. Con la salvedad de que lo que para unos es un aliento para el proceso democrático, para los otros es un importante reconocimiento para los generales. Probable y lamentablemente, ambos tengan razón. La fuente original de ambas es EFE.

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El partido de Suu Kyi regresa a la política tras dos décadas de persecución

Aung San Suu Kyi en la reunión del
comité central de su partido.
La mayor formación opositora birmana, la Liga Nacional por la Democracia que lidera la Nobel de la paz, Aung San Suu Kyi, decidió hoy pedir su legalización para regresar a la política tras más de dos décadas de persecución gubernamental.

Esta decisión fue adoptada en la reunión celebrada en Rangún por el comité central del partido a raíz de que el nuevo Gobierno de Birmania formado por ex generales del anterior régimen militar, retirara las restricciones legales que impedían su participación activa en la política.

"La LND ha decidido inscribirse de nuevo como partido y pugnar en las próximas elecciones por 48 escaños vacantes", anunció Suu Kyi en una nota dirigida a la prensa al final de la votación realizada durante la reunión a la que asistieron un centenar de delegados de diferentes regiones del país.

Esta previsto que el Gobierno presidido por el ex general Thein Sein, convoque elecciones legislativas en aquellas circunscripciones para ocupar los escaños del Parlamento que están vacantes.

El partido de Suu Kyi, que ganó por amplia mayoría las elecciones celebradas en 1990 y cuyos resultados nunca han sido aceptados por los militares, fue ilegalizada por negarse a participar en los comicios de noviembre del año pasado, y que boicoteó al considerar que eran antidemocráticos.

Durante las últimas dos más de dos décadas, varios cientos de miembros de la LND han sido detenidos, otros muchos han muerto en prisión y el partido se ha visto obligado a cerrar todas las representaciones que tenía repartidas por el país.

El pasado 5 de noviembre el presidente de Birmania firmó el decreto de aprobación de las enmiendas introducidas en la ley de partidos políticos, que ha abierto la vía a la Liga Nacional por la Democracia para solicitar su legalización.

Una de las tres cláusulas que fueron eliminadas de la citada ley, prohibía ser miembro de un partido político a toda persona condenada por un tribunal de justicia, que es el caso de Suu Kyi y de otros miles de activistas opuestos al anterior régimen militar

Visto en El mundo y El país.
Nota1: nuevamente el titular es engañoso, equívoco. La NLD no regresa a la política: solo lo intenta. A ver si es cierto que las cosas están cambiando y el optimismo de Don Tiburcio se ve recompensado.
Nota2: el titular de El país es aún más equívoco; ahí ya, directamente, aseguran que participará en las elecciones, cuando ni el partido ha sido aun inscrito (legalizado), ni estas han sido convocadas. En fin. Qué Buda le oiga, Don Tiburcio.
Nota3: a ver si la semana que viene vuelvo a la vida y puedo continuar publicando en Birmania Libre. Un abrazo.

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