Los combates entre cerca de 700 milicianos en Kokang, leales al líder Peng Jiasheng, y cerca de mil soldados birmanos obligaron a unos 30.000 civiles a huir a Nanzan, en la provincia china de Yunnan, lo que irritó a Pekín.
Pese al anuncio de la junta, desde la frontera se asegura que siguen los combates. "Mis fuentes dijeron que pueden oír los enfrentamientos", declaró Khuensai Jaiyen, editor de una web a favor de la resistencia en Shan.
El gobierno atribuye el estallido del conflicto a Peng Jiasheng, al que acusan de actividades ilegales como el tráfico de drogas o la fabricación de armas.
Analistas en la región, sin embargo, creen que la junta está enfadada con Peng por su negativa a cumplir con el pedido oficial de que su milicia se convierta en un cuerpo de control de fronteras controlado por el Ejército.
Los kokang son uno de las decenas de grupos insurgentes que firmaron acuerdos de cese de fuego con la junta en 1989 a cambio de un cierto grado de autonomía, que incluía la posesión de armas pequeñas y la gestión de la economía local.
El gobierno intentó sin embargo que esas milicias se sometieran a la junta y se dedicaran a controlar la frontera ante las elecciones generales del año próximo.
El ataque del Ejército contra los kokang fue interpretado como una señal del gobierno contra el resto de minorías étnicas en el estado de Shan.