Khin May Phyo intenta esconder las lágrimas. La joven de 18 años está negociando hasta dónde le cortarán el cabello. "Si quieres ganar 20.000 kyat (unos 18 euros o 22 dólares) debemos cortar hasta aquí", dice la peluquera apuntando su nuca. Dos euros menos y te dejamos cuatro centímetros más, agrega.
"¿No me pueden pagar 20.000 y dejarme el pelo un poco más largo?", pregunta Khin May Phyo. Al final, se contenta con 16 euros. "El dinero es para mi madre", dice.
En Birmania, casi la cuarta parte de los 60 millones de habitantes tienen que arreglárselas para vivir con un euro por día. Como empleada textil, Khin May Phyo gana 50.000 kyat (46 euros / 57 dólares) al mes. Muchas mujeres tratan de incrementar sus ingresos con la venta de su pelo, que se utiliza para la confección de pelucas que luego se exportan a Singapur, la India, China o Pakistán.
El precio del cabello birmano aumentó el año pasado, dijo Pho Khwer. Y lo compra en el mercado de Insein en Rangún, donde hay siete tiendas. "Tenemos unas diez personas por día que venden su pelo, los fines de semana incluso 30", agrega.
En abril, durante el tradicional Año Nuevo, son aún más. En ese tiempo muchas mujeres van a un convento y, al igual que los hombres, también las monjas budistas deben afeitarse la cabeza.
En un país conservador como Myanmar, el cabello largo sigue siendo una de las características principales de la belleza femenina. Por eso, está muy extendido donarlo para una buena causa, como la conservación de templos y pagodas.
Hace tres años, unas 100.000 mujeres se cortaron el pelo para juntar dinero para la reparación de una famosa pagoda.
Pero para muchas mujeres es una cuestión de supervivencia. "Necesito el dinero para comprar comida para bebés", dijo Myo Thwin, de 22 años. Su marido gana como peón de obra menos de cuatro euros por día. "A él no le importa que venda mi cabello. Necesitamos el dinero", señala, pasándose la mano por su corta cabellera y tras recibir 30.000 kyat.
Mandalay se encuentra en el norte del país y es considerado el centro tradicional para el comercio de pelo, con más de 50 tiendas. Los comerciantes envían también "recolectores de cabello" a otros pueblos.
"Las mujeres pobres necesitan dinero y para ellas no hay otra posibilidad de obtener en efectivo", indica el comerciante Htun Aye.
Una de las razones para el comercio de cabello es un sistema bancario deficiente, afirma el experto en Myanmar Sean Tunrell, de la Universidad Macquarie en Sydney.
"El ciudadano promedio en Myanmar no recibe ningún crédito". Las reformas políticas de los últimos meses han mostrado pocos cambios, dice Kay Aye Mon, quien comercia pelo en el mercado Insein.
"Algunas personas tienen buenos autos y casas, pero para nosotros no hay nada de eso. Para la mayoría nada ha cambiado, pero tenemos esperanza en el futuro", señala.
Visto en Emol.
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