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Los bigotes continúan riéndose de la dictadura

miércoles, 16 de enero de 2013

La voz más mediática que ha logrado cruzar las fronteras birmanas denunciando las violaciones de derechos humanos realizadas por la Junta militar de su país, sin duda es la de Aung Sang Suu Kyi, premio nobel de la paz en 1991 y un auténtico icono de la lucha por la democracia en Birmania o Unión de Myanmar o República de la Unión de Myanmar o Myanmar, da lo mismo como le llamen... es uno de los países más mágicos que he conocido. Burma, como en realidad le sigue diciendo su gente, al menos en las ciudades que pude visitar. 

A mi paso por Mandalay presencié uno de los espectáculos de los Moustache Brothers (los Hermanos del Bigote), el grupo de cómicos más famoso de Burma. Quizá otras de las voces que más se han escuchado internacionalmente pidiendo la libertad de un país que desde 1964 ha sido reprimido brutalmente. Los Moustache Brothers fueron vetados en 1996 para el público birmano cuando Par Par Lay fue encarcelado el Día de la Independencia, tras una representación en Rangún (actual Yangón) ante dos mil personas entre las que se encontraba la Dama, como llaman allí a Aung Sang Suu Kyi. El humorista fue condenado por subversión contra el Estado y sometido a torturas. Durante más de cinco años picó piedras con grilletes en los tobillos. Dicen que jamás perdió el sentido del humor, que actuaba y bromeaba para sus compañeros en el campo de trabajos forzados en Kachin. Par Par Lay no era la primera vez que estaba entre rejas. En 1990 ya fue arrestado cuando la Junta militar perdió las elecciones que dieron la victoria a la Liga Nacional para la Democracia, resultados que no sólo provocaron que el régimen anulara los comicios, sino que también arrestara a la líder Suu Kyi. Volvió a ser detenido una vez más en 2007, durante las movilizaciones de los monjes budistas que protestaban de forma pacífica por el aumento del precio de los combustibles y demandando cambios políticos y sociales. 

Al entrar en el país me recomendaron que omitiera mi profesión, podían denegarme el visado por ser periodista. El Gobierno dictatorial de Burma ha impuesto durante años grandes restricciones sobre los periodistas, especialmente de Internet. El bloguero Maung Thura fue condenado a 45 años de prisión por difundir imágenes del ciclón Nargis y criticar la pésima gestión de la Junta durante la catástrofe. Burma ha sido considerado en diferentes momentos el país donde más se ha perseguido a los blogueros, por delante de Irán, Arabia Saudí o Siria. Lógicamente, esto cobra sentido en un país carente de libertades, teniendo en cuenta que Internet juega un papel fundamental en la transmisión de información al exterior. 

Estuve en la calle 39 en Mandalay y asistí al famoso espectáculo de los Moustache. Combinan teatro, danza y sátira sobre el Gobierno birmano. En las paredes tienen fotografías con Suu Kyi, y es que la Dama estuvo riéndose en ese mismo salón unos meses antes de ser detenida en 2003. Los hermanos Par Par Lay y Lu Maw en compañía de su primo Lu Zaw conservan las críticas que hacían a la Junta militar cuando viajaban por todo el país actuando para los birmanos. Extrañamente, sólo les permiten hacer el show en inglés y para extranjeros en su casa. No hay luces en la entrada, utilizan el salón como escenario y la cocina como camerino. Tienen un buen negocio montado del que la Junta podría estar sacando tajada o no. Tal vez, simplemente, el carácter mediático de los hermanos y las presiones internacionales obligaron al Gobierno a ser algo más permisivo y además de permitirles la representación con las restricciones de idioma, ubicación y público también pueden vender camisetas que graban a los Moustache Brothers. 

Volviendo a mi paso por casa de los Moustache, cuando llegué enseguida detecté su enorme interés por los medios de comunicación, por los blogs, las redes sociales, etcétera. Aún ocultando que era periodista, me identificaron al azar como una bloguera. Lu Maw es el único que habla inglés, él dirige, cuenta y presenta. Durante la actuación me miraba y repetía una y otra vez: “Blogger, take photografs of everything! Did you take that one... and the other...?”. Él me incitaba y yo tomaba las fotos. Entendí que para ellos la única forma de eludir la censura que impera en Burma es a través de quienes tenemos libertad de expresión y los medios para contar lo que allí sucede. Lu Maw me mostró un cúmulo de recortes de periódicos internacionales y papeles impresos de medios digitales donde contaban su historia bajo la tiranía de la dictadura militar

Como los Moustache Brothers, algunos no creen en las actuales intenciones aperturistas de las que se ha comenzado a hablar, sospechan que el Gobierno tan sólo se ha “cambiado la camisa de militar”. Pero también están los que ven en la visita de Obama la esperada apertura democrática del país. Un birmano visitando el templo Dhammayangyi, el más grande de Bagan (siglo XII) y además precioso por su color rojizo recuerdo que me preguntó por la situación económica de España. Le intenté explicar que Europa está atravesando una coyuntura. Y él dijo: “Burma está en su mejor momento”. Es cierto. Muchos son los signos que llevan a pensar que será el fin de un aislamiento que comenzó en 1962 con el golpe militar y que ha prolongado el malestar de un país magullado por la pobreza y la corrupción, a pesar de su riqueza natural. Parece obvio que aún queda camino y que será largo y sensible. Si recientemente se liberaron más de 500 presos políticos de las cárceles, aún quedan decenas y, si la Dama por fin ocupa un sillón en el Parlamento el poder legislativo aún está ampliamente controlado por los militares. Además están los problemas de las etnias birmanas y especialmente el conflicto armado en Kachin. Y China (el mayor rival como potencia de Estados Unidos) es el aliado militar más cercano de Burma, con inversiones en proyectos energéticos de petróleo y gas... 

Myanmar es un país precioso donde entre pagodas y budas aprendí de una cultura hasta ahora desconocida para mí, respiré la paz y serenidad de los templos y paisajes de Bagan y la tranquilidad del lago Inle, la simpatía, solidaridad y sencillez de su gente... Descubrí sitios increíbles y un modo diferente de vivir. Tan sólo con ver y estar en contacto con la gente de Burma sentí una experiencia de crecimiento personal. A pesar de haber sufrido una dictadura de decenas de años parecen felices y que vivan en libertad, son la gente más alegre y generosa que he visto nunca. Tienen poco, pero te lo dan todo. Es obvio que Obama ha reconocido en Myanmar uno de los mercados emergentes más atractivos de Asia y un país donde está todo por hacer, y no se equivoca. Espero que, como yo, se enamorara de Burma y de su gente y que de su mano no lleguen Starbucks a los corners de Yangon o Mandalay, sino justicia, progreso y conservación de uno de los lugares más especiales del mundo.

Visto en Diario Siglo XXI.

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