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Judíos en Birmania: tenemos miedo de ir a la Sinagoga

martes, 16 de marzo de 2010

Hace cien años más o menos que Rudyard Kipling visitó Birmania, desde entonces pocos lugares de la Tierra han cambiado tan poco. La vida judia en la Birmania de hoy es muy diferente de lo que era durante la época colonial, que duro hasta la Segunda Guerra Mundial.

Los mercaderes judíos, que emigraron originariamente a Birmania a finales del 1800, sirvieron de puente a los gobernantes coloniales británicos y la exportación extranjera. La comunidad judia de Birmania era de unas 2.500 personas, fue respetada en los negocios y constituyó una parte valiosa en la sociedad local.

Los judíos fueron incorporados a la vida del país y desempeñaron diferentes papeles. Crearon fabricas de hielo, plantas embotelladoras, textiles, madera, y algunos otros fueron funcionarios o comerciantes.

La Comunidad Judía de Rangún fue tan influyente de hecho, que en los primeros años del siglo pasado, Rangún y la pequeña ciudad de Bassein tuvieron alcaldes judíos, y había una Judá Ezequiel Street en el centro de Rangún. La familia Sofaer donó las puertas para el zoo de Rangún, y Mordechai Isaac Cohen, donó el famoso kiosko de hierro en Bandoola Square que todavía se conserva.

En la preciosa Rangún, se creó la primera Gran Sinagoga-Musmeah Yeshua, con un gran techo y columnas de enorme alzado. El edificio figura entre los 188 edificios patrimonio del estado birmano. El cementerio judío, con más de 600 tumbas, la sinagoga, los rollos de la Torá, y la escuela judía con más de 200 estudiantes, proclamando la diversidad judía en esta tierra exuberante.

Tal y como crecía la riqueza judía, creció su filantropía: la comunidad donó grandes sumas de dinero para escuelas, bibliotecas, hospitales y ayudó a Birmania hasta que la época dorada acabo con la invasión japonesa del país en 1941. La ocupación obligó a los judíos a huir. Algunos regresaron después, pero ya nada fue igual.

Hoy solo un puñado de familias judías viven en Birmania. He conocido a algunas de ellas, entregadas a mantener la tradición. Judíos que venían de Bagdad y algunos que afirman ser sefardíes. Durante la Segunda Guerra Mundial, Isaac Samuels, arriesgó su vida por defender los civiles que escondió en la sinagoga.

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