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Resistencia femenina en la ex Birmania

lunes, 1 de febrero de 2010

La Junta militar que gobierna Myanmar ha desarrollado una política de "licencia para violar", que convierte la vida de las mujeres birmanas en un verdadero infierno.

Tradicionalmente, las mujeres han jugado un rol de igualdad ante el hombre en la sociedad birmana, quedando en evidencia en el hecho de que Aung San Suu Kyi, la líder de la Liga Nacional para la Democracia, haya ganado más del 80% de los votos en las elecciones de 1990.

Sin embargo, el gobierno de la Junta militar no da lugar más que al accionar del género masculino, lo que quedó reflejado al ser el único gobierno que envió una delegación constituida exclusivamente por hombres a la IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre las Mujeres en 1995, en Beijing.

A pesar del brutal dominio de la Junta, las mujeres han resistido activamente. No sólo Aung San Suu Kyi ha representado el papel de lucha de la mujer birmana; otras miembros de su partido han sido sentenciadas a largas condenas en prisión por su visión política.

Por otra parte, numerosas activistas a favor de la democracia han sido también detenidas, torturadas y asesinadas por resistirse pacíficamente al régimen de la Junta militar. Sin embargo, son quizá aquellas mujeres pertenecientes a áreas de minorías étnicas sobre las que más frecuentemente se focaliza el abuso.

Licencia para violar
Es un hecho que muchos de los refugiados que cruzan la frontera hacia la vecina Tailandia no lo hacen para evadir la represión ni alimentar a su familia, sino huyendo del llamado "batallón de los violadores". El número de agresiones y la forma sistemática en la que se llevan a cabo han llevado a las organizaciones birmanas en el exilio a denunciar que la Junta militar ha desarrollado una política de "licencia para violar" para aterrorizar a los opositores.

Los desfiles organizados en los cuarteles son aprovechados para que los militares puedan escoger a sus víctimas dentro de un sistema de gratificación y entretenimiento que recuerda al creado por los japoneses durante la ocupación de Asia en la primera mitad del siglo XX.

Coerción y obediencia
Bajo esta "licencia para violar", las tropas de la Junta Militar torturan, matan o mantienen como rehenes a aquellas mujeres consideradas "cabecillas" en sus aldeas, y aquellas de las que se sospecha son miembros de organizaciones femeninas clandestinas son violadas por soldados con el objetivo de suprimir dichos grupos. Es por ello que la violación sistematizada es utilizada por las tropas como un medio para aterrorizar a los ciudadanos y mantenerlos bajo obediencia.

Resulta inconcebible en estos tiempos encontrar testimonios de mujeres incluso embarazadas o madres de niños recién nacidos, que son utilizadas rutinariamente en labores forzadas para las tropas de la Junta militar, ya sea cargando suministros, construyendo carreteras, etc.

Y no sólo son forzadas a efectuar estas tareas, sino que también son golpeadas, violadas por grupos de soldados o mueren como resultado de estos tratos, como así también de distintas enfermedades e incluso de inanición en los sitios donde deben efectuar las labores forzadas.

Resistencia femenina
Más allá de las circunstancias, las mujeres llevan a cabo constantemente actos de resistencia, tratando de luchar contra estos abusos e incluso proveyendo de los tan necesarios servicios de educación y salud, especialmente en las áreas fronterizas. Existen grupos de mujeres que mediante clínicas móviles llegan a áreas remotas, brindan enseñanza en el área de nutrición y cuidan de niños en situaciones extremas.

Para la mayoría, lamentablemente, la única manera de sobrevivir es volverse refugiadas en países vecinos como Tailandia, China y Bangladesh, aunque frecuentemente vuelven a ser perseguidas en Birmania. De hecho, muchas jóvenes y mujeres birmanas son explotadas como esclavas sexuales en Tailandia y China, mantenidas cautivas, sin paga, y expuestas a uno de los rangos más altos de infección por HIV.

A pesar de todo, las mujeres birmanas no pierden la esperanza de alcanzar la democracia, al igual que su líder, la Premio Nóbel de la Paz Aung San Suu Kyi, quien alguna vez dijo que la educación y el fortalecimiento del poder de las mujeres a través del mundo no puede fallar en dar por resultado una vida más solidaria, tolerante, justa y pacífica para todos.

Artículo de Melisa Fuentes visto en Suite 101.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Chucky : esta atento a las minorias etnicas, se comenta de una amenaza de guerra civil, probablemene antes de lo que pensamos.
Un abrazo

Juan Antonio HERGUERA TORRES dijo...

@Anónimo: OK. Tomo nota. En el fondo las guerrillas étnicas (las que no han firmado armisticio, claro) llevan en guerra (civil) contra el ejército desde... desde siempre.
Pero entiendo lo que quieres decir.

Esperemos que no sea así, pero dependerá de lo que haga el ejército birmano; si vuelve a realizar otra ofensiva como la de finales del año pasado... a lo peor tienes razón.

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