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Birmania

jueves, 18 de febrero de 2010

Birmania, Burma, Myanmar, Unión de Myanmar son todos el mismo país con diferentes nombres. Tiene una población de 55 millones en los que predomina la etnia Bamar.

Con el colorido cultural de los países del sureste asiático, la Indochina, Myanmar recibe al visitante con una gran sonrisa y !Mingalabar!, la expresión de bienvenida y saludo afectuoso de cortesía.

Se extiende desde la cordillera Himalaya hasta el mar de Andamán y el golfo de Bengala, fronteriza con India, Laos, Tailandia y China, con diferentes etnias subdivididas en decenas de tribus desde sur a norte y del Sol Naciente al ocaso. Algunas de ellas como el pueblo Shan proclama su independencia de la propia Myanmar, con ejército propio y con una gran conciencia de estado asociado, el estado Shan.

Legendarios ríos la cruzan o nacen en su territorio, como el río Irawadi (Irrawaddy o Ayeyarwaddy) y el Mekong, lagos de montaña y la magnífica Himalaya, la cordillera más alta de la Tierra amén de unas magníficas playas de fina arena blanca en el Océano Índico.

Decenas de Reyes la han reinado, han movido sus capitales, han creado nuevas ciudades en un continuo movimiento que se continúa hasta la actualidad. Un movido pasado histórico, el yugo de ser colonia británica, el fulgor de haber sido imperio en los países vecinos, Myanmar es el Vaticano del Budismo Theravada y esa muestra religiosa campea en todos los aspectos de la vida de los birmanos.

El norte es en la actualidad zona prohibida controlada por los militares que impiden el tránsito en esta área fronteriza con las montañas del norte, China e India, amén de otras áreas fronterizas. El budismo y la dictadura militar marcan la vida de Myanmar.

Yangón, la antigua Rangún, es una populosa ciudad a orillas del río que le da nombre, donde los ingleses decidieron instalar la nueva capital. Prueba de ello son los edificios de estilo colonial que conforman el centro de la ciudad.

Era un antiguo pueblo de pescadores en medio de la selva tropical y hoy le da cobijo de forma horizontal a unos 5 millones de personas. Es la única ciudad del país en las que motos y bicis no pueden circular. A la vez está prohibido el uso del claxon. Palmeras, mangos, tamarindos, flamboyanes pueblan por doquier en una verde ciudad donde abunda la ruidosa fauna tropical.

Durante los meses de verano sufre el monzón que durante días anega gran parte de su superficie. Bonitos lagos como el Inya o el Kandawgyi rodeados de parques, pagodas y jardines lo adornan.

La presencia de la Pagoda Shwedagon domina a la ciudad, religiosamente. Impresionantes estructuras doradas de oro macizo se ven por el templo principal de la religión budista. Siempre concurrido por miles de visitantes de todas partes. Es la Plaza y Basílica de San Pedro del Budismo theravada.

La Pagoda Sule queda cerrada en el centro neurálgico de Yangón, el Templo del Buda reclinado, el Barrio chino, el puerto de la capital, su Museo nacional el Scott markett son las visitas recomendadas.

Lujosos restaurantes franceses e italianos ofrecen sus delicias al visitante en románticos entornos naturales, donde predomina el cielo abierto.

Bagan en el centro del país es ciudad mítica donde llegó a haber más de 11.000 pagodas construidas en medio del campo en una árida zona donde el monzón anual se muestra en su mínima apariencia, donde en la actualidad pueden ser visitadas unas 2.200 como árboles frutales en una gran plantación arqueológica.

A orillas del siempre protagonista Ayeryawaddi, donde se puede degustar un cóctel para ver la puesta de sol desde unos de los bancos de fina arena que el río arrastra desde la cordillera, o subir en engalanados carros de cebúes para trasladarse a las áreas sagradas de los templos principales donde disfrutar del grisáceo atardecer sobre las miles de agujas de las pagodas, esparcidas hasta donde la vista abarca.

Torres de observación y modernos hoteles han sido construidos en el área arqueológica, amén del Museo Arqueológico en contra de las normas y consejos de la Unesco, principal benefactora de la zona en la preservación de las construcciones, templos y palacios, y que tras la negativa del actual gobierno militar, desposeyó a Bagan del título más que ganado de Patrimonio de la Humanidad.

El pueblo Old Bagan fue desposeído de sus tierras y casas no hace muchos años, siendo obligados a trasladarse a unos kilómetros fundando la New Bagan y preservando al espacio arqueológico de la presencia humana, cosa que por otro lado no está mal, pero que fue hecha con crueldad y sin ayudas.

En Bagan el calor hace mella y su principal mercado se visita en Nuyang Uu. Hortalizas, frutas, verdura, arroz, ropa, leña, artículos de artesanía forman un espectáculo multicolor en el que las mujeres ejercen el comercio, con artículos sobre sus cabezas, fumando los típicos cigarros, mascando Petel, mientras venden sus productos.

La magnífica Pagoda Schwezigon, el Monasterio HtiloMinlo, el Templo Ananda esperan las diarias visitas de los turistas y son centros donde cientos de vendedores de artículos de artesanía persiguen con acoso, pero siempre con una enorme sonrisa.

Mandalay, la antigua Ratnapura es la segunda ciudad del país, que en su día fue capital. Guarda en el centro de la ciudad las murallas del Palacio Real que fue totalmente destruido en la Guerra Mundial. Un ancho foso ajardinado lo rodea.

Es Mandalay una ciudad moderna con altos edificios en el centro y centros comerciales, pero los barrios periféricos se crean al amparo de canales que traen las aguas del Ayeryawaddi. Son los barrios los que le siguen dando el carácter a la ciudad y encontramos algunos dedicados a esculpir figuras y estatuas de mármol, otros que se dedican a producir pan de oro, otros en los que se comercia el jade proveniente de las minas del norte, que reúne a joyeros etc..

Una fascinante experiencia es conocer el embarcadero del río, donde pueblos enteros viven en sus orillas, ayudando y comerciando con el concurrido puerto fluvial que trae mercancías desde el Himalaya.

En sus orillas las gentes del río viven en una completa comunión con la naturaleza, extrayendo arenas de las riberas que será empleada en la construcción, plantando cacahuetes y arroz cuando las avenidas fluviales lo permiten, pescando en sus ricas aguas y pastoreando sus escasos ganados mientras viven en casas-palafito ancladas a los bancos de arena.

Entre los principales monumentos se puede visitar la Pagoda Kutodaw que contiene en su recinto 876 templetes con las páginas de la doctrina de Buda en idioma Pali, proveniente del sánscrito (idioma muerto que unos pocos monjes son capaces de traducir), están escupidas a dos caras en pesadas planchas de mármol.

En sus cercanías el Golden Palace Monastery, un monasterio construido en su totalidad por madera de teca, es el único ejemplo de los 256 edificios idénticos que ocupaban el recinto real y que fueron destruidos en su totalidad por los japoneses en la gran guerra. Nos da idea de la magnificencia de la riqueza de las monarquías anteriores a la ocupación. Estas estructuras se encontraban totalmente recubiertas por pan de Oro.

La colina Mandalay le da nombre a la ciudad actual y una espectacular puesta de sol desde la Pagoda que la ocupa reúne a turistas birmanos y forasteros que se maravillan ante el paisaje colindante. Unos 1700 escalones le esperan para llegar a la cota custodiados por colosales estatuas de leones encalados.

Una deforme figura de Budda en la Pagoda Mahamuni es engordada con el paso de los años por las miles de delgadas hojitas de pan de oro que le pegan con fervor los devotos budistas. No en vano es la segunda figura del país más sagrada y ya no se observa con detalle manos, brazos, piernas del iluminado, sino una redondeada figura de oro y piedras preciosas.

Sagaing, la colina dorada de Myanmar es un lugar privilegiado, sagrado. El elegido por gran mayoría de gentes influyentes para terminar sus días ingresando en templos y monasterios. En esta ciudad se encuentra la mejor plata del país, al igual que centenares de monasterios, monjasterios, pagodas y templos en un conjunto más que religioso dominado por la verde colina infestada de cúpulas doradas frente a la ciudad de Mandalay y separada de ella por el río Ayeryawaddi.

Ava fue capital del reino de Myanmar en un pasado lejano. Hoy solamente las ruinas de su palacio Real y el foso defensivo de agua dan fe de su pasado. El ambiente agrícola impregna la antigua ciudad donde la mayor actividad de los vecinos es la agricultura. Algunas familias trabajan el bambú para construir los típicos bols que los monjes usan para transportar su comida recogida desde el amanecer por las casas de los vecinos. En el Monasterio de madera de teca los monjes enseñan a leer a los niños con rítmicos cánticos en un ensombrecido ambiente monacal. Arroz, judías, banana, frutas y otras verduras son plantados en las semipantanosas tierras, cuyo medio de transporte principal es el coche de caballos y donde cebúes, bueyes y búfalos de agua son herramientas imprescindibles para los agricultores.

Amarapura hoy es un pueblo unido a la ciudad de Mandalay, pero en su día fue capital del reino. El puente U Bein, el puente de teca más largo del mundo con 1,2 km sobre una laguna del río se puede atravesar con la eterna compañía de niños, canoas, pastores de patos, búfalos de agua arando los campos de arroz y vendedores que le dan exotismo al entorno.

Este pueblo hoy dedica gran parte de su actividad en las fábricas de seda y ratán, así como en talleres de madera, de marionetas típicas, y tapices.

El monasterio más grande del país, un seminario Budista con más de 1.200 monjes enseña a leer y escribir a los niños de los alrededores, acogiendo a los huérfanos y niños santos provenientes de familias numerosas. Los monjes muestran su quehacer diario y aceptan las donaciones de anónimos para su comida que realizan como muy tarde antes de las 12 del mediodía. En esta el arroz forma parte del 80 por ciento de su nutrición visitando diariamente las viviendas que tienen asignadas para realizar sus peticiones de comida. El color azafrán predomina en el recinto y un profundo silencio religioso lo acompaña


Mingún es una peculiar población a la que se accede tras un interesante crucero por el río Ayeryawaddi. Durante el mismo se puede observar las actividades diarias de la gente del río.

En Mingún uno de los reyes birmanos pretendió construir la pagoda más grande del mundo que quedó inacabada tras su muerte. Tras un terremoto hoy vemos la rajada estructura de la base de la misma con 45 mts de altura y caídos sobre el río los dos enormes leones que custodiaban su entrada, así como la campana más grande el mundo, aún en funcionamiento. Todos formaban parte del faraónico complejo.

Además se visita la tumba del hombre con mayor memoria del mundo, un monje Arahat iluminado y la Pagoda de la Reina que emulaba al mitológico Monte Meru.

Mingún es un pueblo de pescadores y agricultores que recibe a los turistas con una sincera sonrisa. Sus educados vendedores ayudan a los visitantes en todo momento para conseguir una pequeña recompensa vendiendo sus artículos de artesanía, acuarelas, sombreros, frutas, prendas típicas de vestir y abanicos.

En la falda de sus colinas y montañas abundan las doradas agujas de templos, monasterios y pagodas que aparecen por doquier.

El Lago Inle se halla entre montañas donde habitan peculiares pueblos. Su entrada natural es el pueblo de Naung Shwe donde se toma el transporte de canoas para transitar por el lago y sus pueblos en los que no existen caminos de tierra.

En estos pueblos ribereños comercian las diferentes tribus que bajan desde las montañas, como la original tribu de las mujeres jirafa que adornan sus cuellos con aros metálicos de enorme peso (unos 8 kilos) que deforman sus clavículas, hundiéndolas y dando aspecto de estiramiento del cuello. Son estas mujeres hacendosas mujeres que se adornan con aros demostrando su estatus social y su amor a la tradición cultural, ajenas a la occidentalización.

Se comercia en los populares pueblos del lago con todo, con la leña del monte transportada en las cabezas de las mujeres de la etnia Pa-O, con la arena recogida en los canales que sirve para dar consistencia sólida a nuevas áreas agrícolas ganadas a las aguas, con los gusanos parásitos que viven dentro de los troncos del bambú. El trueque está a la orden del día y los coloridos mercados flotantes con frutas, hortalizas, frutas, arroz, especias y legumbres pasan de mano en mano.

La religión y el trabajo es el quehacer diario.

Peculiares canoas remadas con las piernas imprimen carácter único en la zona. La pesca abunda en el lago de agua dulce, donde cada día se celebra un mercado en pueblos diferentes, siempre que no haya Luna Nueva o la reverenciada Luna Llena.

Se accede a Intheim atravesando un peculiar bosque de bambú, la materia rima más usada por los lugareños para construir viviendas, canoas, vallas, cercas, postes de luz y donde se encuentra los restos en ruinas de un gran bosque de pagodas.

Se accede a los pueblos por canales entre huertos flotantes de tomates y judías ganados a las aguas del lago con tecnología rural, maravilla de la ingeniería aprovechando los recursos naturales.

Son la mayoría pueblos palafito, en los que se construyen pagodas, templos y monasterios como el célebre de los gatos saltarines.

Artesanales fábricas con instrumentos rústicos crean prendas de seda, cigarros puros de hojas de palmera y miles de objetos de artesanía en madera y bronce.

La actividad cotidiana se observa por los canales donde los niños llevan a bañar a sus búfalos de agua al comienzo y término de la faena agrícola, otros se bañan echando sobre sí calderos de agua, otras se peinan o duchan con su típico Longhi, otros reúnen troncos de madera en improvisadas balsas, muchas transportan arena y la producción de tomates que abastece al país entero.

El lago en sí es bastante ancho y largo, 85 km. Miles de barcas con figuras que recogen y echan sus artes de pesca es la normal imagen sobre él. Es de agua dulce, no demasiado profundo y muy rico en diversos peces que se esconden entre los jacintos de agua y las algas lacustres.

Este país multicolor sorprende al viajero de manera impactante, con climas y paisajes diferentes entre sus regiones y ciudades. Una profunda y humilde reflexión es generada tras su visita y no debe ser un destino que falte en la maleta de los grandes viajeros...

Artículo extraído del blog de Vincenzo.

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