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miércoles, 26 de marzo de 2008

Gracias a Jardelva hemos visto un MUY interesante artículo que Tercera Información publicó el pasado 28 de septiembre de 2007. Aquí extractamos algunos de los párrafos que consideramos más interesantes:

Sobre ese escenario de malestar social, los preponderancia de los monjes budistas en las calles se bautizó como «revolución azafrán». [..] Sin duda, la visualización del apoyo de la LND (Liga Nacional para la Democracia) a la ola de protestas vuelve a situar en el primer plano la demanda de un cambio político en el país asiático. Sin embargo, y trascurridos diecisiete años desde la decisión de la junta militar de no aceptar la victoria electoral opositora, cabe albergar algunas dudas sobre los pronunciamientos por la democracia de algunos actores exteriores de esta crisis.
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Los medios internacionales han destacado el papel de los monjes budistas en las actuales protestas. Su relevancia, sin embargo, se debe a la cobardía y el conservadurismo de Suu Kyi y otros líderes de la LND, quienes parecen haber sido cogidos desprevenidos por las manifestaciones. Lejos de intentar desafiar a la Junta, la LND está intentando limitar las protestas y explotarlas como moneda de cambio para establecer negociaciones con los generales.
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Estas peticiones de contención están abriendo, sin embargo, la puerta a una mayor represión militar. Reprimiendo la cólera de la clase trabajadora, los líderes de la oposición sólo envalentonan a los generales para desatar una ofensiva contra las protestas. Ésa es la principal lección política de los acontecimientos de 1988, cuando Suu Kyi y la LND forzaron un acuerdo con la Junta para la celebración de elecciones y cerrar con ello el movimiento de la protesta. La Junta aceptó el trato, estableció las reglas e ignoró los resultados electorales de 1990, en los que la LND había ganado con abrumadora mayoría.
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La dura respuesta de los militares ha generado una corriente de hipocresía entre los líderes del mundo, encabezados por el presidente Bush y los grandes medios internacionales. En su discurso ante la Asamblea General de la ONU el pasado martes, Bush condenó a junta birmana y anunció nuevas sanciones contra sus líderes. El primer ministro británico, Gordon Brown, denunció el régimen como "ilegítimo y represivo", mientras que el presidente francés Nicolas Sarkozy urgió a la UE a imponer penas más duras contra la junta. El Consejo de Seguridad de la ONU convocó una reunión de emergencia el miércoles, para considerar la situación.

Nada de ésto puede ayudar a los birmanos y sus libertades. En otras zonas del sureste asiático la administración Bush mantiene estrechas relaciones con el dictador paquistaní, general Pervez Musharraf, al tiempo que prolonga un silencio diplomático en los medios sobre la política estatal y policial de India en Cachemira, las medidas represivas del régimen militar-títere de Bangladesh y los métodos autocráticos del gobierno de Sri Lanka como premio a la cruel guerra civil.

La objeción de Washington a la junta birmana no se debe a sus métodos represivos, sino a su acercamiento a China. Birmania se encuentra en un punto estratégico entre China y la India, cercana al sudeste asiático y próxima a importantes enclaves marítimos como los estrechos de Malaca. El país también tiene recursos naturales destacables, incluyendo unas reservas estimadas de 3 billones metros cúbicos de gas natural y 3 mil millones barriles de petróleo.

Para Pekín, Birmania es un socio estratégico y económico importante. China le proporciona armas y ayuda diplomática a los militares y está inmersa en el desarrollo de infraestructuras en el país. A cambio, Pekín persigue los derechos sobre el petróleo y el gas del país así como el acceso estratégico a los puertos birmanos y a sus bases militares. Durante los primeros siete meses de este año, China y Birmania mantuvieron un volumen de intercambios de 1.100 millones de dólares, un 39.4% más que durante el mismo período en el pasado año.

Al mismo tiempo, está creciendo el rivalidad entre China e India movida por el ámbito de influencia en Birmania. Las visitas de alto nivel de los funcionarios indios aumentaron, el comercio en ambos sentidos se incrementa y la India a concedido préstamos y ayuda a la Junta para tratar de ganarse su favor. En 2004, el líder de la Junta Than Shwe fue recibido con una alfombra roja al realizar la primera visita en 24 años de un jefe de estado birmano a la India. Este año la compañía petrolera india ONGC hizo una oferta para comprar gas birmano, pero la perdió el mes pasado a manos de Petro-China. Tailandia también está invirtiendo 6 mil millones de dólares en un enorme proyecto hidroeléctrico.

La avalancha de artículos, particularmente en los EEUU, que insinúan que China es la responsable de la Junta birmana y demandan una respuesta de Pekín, no encuentra reflejo en comentarios similares sobre India, un aliado cada vez más cercano de los EEUU, o sobre Tailandia, otra dictadura militar que goza del respaldo tácito de Washington. Las llamadas a la “democracia” en Birmania de la Administración Bush son un pretexto para presionar e instalar un régimen proestadounidense.

La administración norteamericana no está más preocupada con los derechos democráticos y las necesidades de la población en Birmania, de lo que lo está en Iraq. Tan lejana es su preocupación, que la expulsión de la Junta birmana es sólo un elemento más en la estrategia, más amplia, que trata de cercar a China. País que está emergiendo como competidor estratégico y económico de los EEUU, y ganando la partida a las corporaciones norteamericanas en el acceso a los recursos naturales y a la barata mano de obra de Birmania.
El original en inglés es de Sujeewa Amaranath, publicado en World Socialist Web Site, y la traducción al español de José Daniel Ferro, publicada en Rebelión.

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