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Atrapadas entre dos infiernos

martes, 26 de febrero de 2008

El siguiente artículo, escrito por Thwel Zin Toe y Khin San Htwe, ha sido extraído de Birmania por la paz.

Un informe del sindicato 'Unión de Mujeres Birmanas' denuncia la situación que viven las mujeres de este país en lugares 'de acogida' como Tailandia o China, en donde acaban siendo víctimas de la explotación laboral o terminan en redes de prostitución.

Bajo el título 'Atrapadas entre dos infiernos', las sindicalistas Thwel Zin Toe y Khin San Htwe relatan la situación que padecen todas aquellas mujeres que abandonan Birmania, un país en el que los sueldos medios oscilan entre los 20.000 ó 30.000 kyatts mensuales (16 ó 24 dólares estadounidenses). "Es imposible mantener a una familia con un solo ingreso, por lo que es necesario irse al extranjero", reconocen.

Aquellas que eligen Tailandia como destino deben legalizar su situación a través de un permiso de trabajo, no sólo para desempeñar un empleo sino también para recibir asistencia sanitaria y tener acceso a la educación pública. El problema es que este documento sólo tiene validez durante un año: transcurrido este tiempo, el inmigrante vuelve a estar en situación ilegal. En Tailandia existen cerca de 500.000 inmigrantes birmanos registrados legalmente aunque algunas ONG calculan que esta cifra alcanza los 2 millones.

Según explica Thwel Zin Toe, "el trámite para conseguir otro permiso de trabajo cuando se cambia de empleador es bastante complicado: hay listas negras y los empleadores se niegan sistemáticamente a contratar trabajadores que se fueron de otras fábricas". "Otro de los factores que hace que los inmigrantes se muestren reticentes a sacar un permiso de trabajo es el costo del mismo", prosigue, "ya que muchos perciben sólo 50 bahts (1,5 dólares) diarios".

La sindicalista también denuncia la discriminación que sufren las trabajadoras birmanas. "Parte de la discriminación se debe al idioma pero también al hecho de que seamos birmanos: en las zonas donde hay muchos birmanos, a veces los tailandeses piensan que les estamos quitando sus puestos de trabajo y nos miran con cierto menosprecio", asegura.

Por su parte, Khin San Htwe, alerta sobre la existencia de "campamentos de refugiados" en Tailandia. "Esto no es estrictamente legal porque el gobierno tailandés no ratificó la Convención de las Naciones Unidas sobre los refugiados. Los birmanos puede quedarse allí, pero no pueden salir de los campamentos sin autorización de las autoridades tailandesas. En esos campamentos hay 140.000 personas", explica.

CONDICIONES LABORALES
La mayoría de los birmanos trabaja en fábricas de confección de Tailandia, en las que viven "como en cárceles". "A veces son centenares, viven hacinados y sin ninguna privacidad. Se trabaja de 8:00 a 21:00, a veces inclusive hasta medianoche. Sólo hay un día libre por mes, y frecuentes problemas de higiene y alimentación: el arroz que comen no siempre está limpio y solamente hay agua para ducharse o lavar la ropa entre las 17:00 y las 18:00, durante una pausa del trabajo", cuentan.

En el caso de China, muchas inmigrantes son engañadas y acaban en redes de prostitución. Khin San Htwe denuncia que "los tratantes van a Birmania, hablan con chicas jóvenes y las engatusan pintándoles un mejor panorama de vida en China, con mejores empleos".

"Una vez que las chicas están en China, les dicen que tienen que trabajar en una u otra casa haciendo las tareas domésticas cuando en realidad han sido vendidas a sus 'propietarios', hombres chinos de quienes tienen que ser las esposas. Si no les gustan a los hombres a quienes fueron vendidas, éstos las revenden a redes de prostitución", prosigue.

Por otro lado, Thwel Zin Toe denuncia la existencia de trabajo forzoso en Birmania. "A menudo los birmanos no tienen conciencia de que lo que están haciendo es trabajo forzoso", afirma la sindicalista.

"Cuando yo vivía en Birmania, a veces se nos decía que teníamos que construir un camino o efectuar tareas de mantenimiento. Lo único que sabíamos es que se trataba de un camino importante que vinculaba a nuestro pueblo con otros. Se nos decía que teníamos que trabajar gratuitamente porque lo que hacíamos sería provechoso para nuestra vida futura o después de nuestra muerte. Hay personas que no se dan cuenta de que están haciendo trabajo forzoso", concluye Thwel Zin Toe.

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