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Birmania: En una eterna espera por la libertad

jueves, 17 de junio de 2010

La líder opositora Aung San Suu Kyi pasará un nuevo cumpleaños recluida. Mientras tanto la Junta Militar que gobierna Myanmar desde 1962 lleva a cabo los preparativos para celebrar las primeras elecciones generales luego de 20 años.


El próximo sábado Daw Aung San Suu Kyi cumplirá 65 años y lo pasará, una vez más, bajo arresto domiciliario. Es que las prórrogas a su libertad parecen ser el denominador común en la vida de la opositora birmana, que permanece bajo arresto domiciliario desde 2003 y cuya condena fue extendida el año pasado por haber violado los términos de su detención luego de que John Yettaw, un ciudadano norteamericano, ingresara en la casa en la que se encuentra confinada.

La extensión de su aislamiento no hizo más que garantizar la reclusión de la mujer hasta pasados los comicios generales, que el Gobierno birmano prometió llevar a cabo durante la segunda mitad del año. “El alargamiento de la condena fue una excusa para agravar su situación de detención”, reflexiona Jorge Stevens, secretario general a cargo de los países de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN), de la que Myanmar es miembro activo, aunque Stevens admite que “el gran desafío es qué va a pasar el día que ella no esté”.

Por otro lado, la libertad de la Nobel de la Paz, que constituye un símbolo de la lucha por la democracia en la ex Birmania, podría fortalecer a la Liga Nacional para la Democracia (LND), principal fracción opositora que la mujer dirige desde 1990, año en que ese partido ganó las elecciones parlamentarias, aunque tal derrota jamás fuera reconocida por la Junta Militar que gobierna el país desde 1962. Sin embargo, el partido de Suu Kyi quedará al margen de las próximas elecciones, ya que pasó a la clandestinidad en mayo por su negativa a registrarse ante la nueva Comisión Electoral.

Quizás haya algún sistema de transición en el que pese un gobierno civil, que necesariamente no sea tan opositor a los intereses de los grupos militares, sino una cosa intermedia para que a lo largo del tiempo haya una normalización mayor”, explica Stevens. En el mismo sentido, para Felipe Frydman, embajador argentino a cargo de los asuntos de Myanmar en la cancillería tailandesa, cualquier apertura “deberá contemplar la participación del poder militar, ya que no existe un escenario para la derrota y la vuelta a los cuarteles. No están dadas esas condiciones”.

Mientras tanto, Suu Kyi, que no tiene chances de participar en los próximos comicios tanto por la situación de la LND como por su condición de esposa de un extranjero, cumple su condena estoicamente.

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