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Tiburcio y Birmania

domingo, 5 de septiembre de 2010

Me he arrepentido un poco de la entrada anterior, porque me parece que he sido un poco injusto. Es como si le pidiese a un estudiante la fórmula para determinar todos los números primos del cero al infinito y me riese de sus esfuerzos fallidos. No sería justo, porque le he planteado un problema que no tiene solución. Sí, mi triste opinión es que lo de Birmania no tiene solución.

Las sanciones no han funcionado y si se imponen sanciones inteligentes o sanciones diseñadas específicamente contra sectores o personas concretas, tampoco funcionarán. No funcionarán porque falta algo imprescindible: que sean aplicadas con firmeza por la comunidad internacional. Hasta ahora los únicos que han aplicado las sanciones, y no siempre de una manera coherente, han sido los países occidentales y no veo cómo convenceríamos a los demás a que se sumaran al régimen de sanciones.

En ocasiones he oído a los simpáticos optimistas que me decían: “El régimen de sanciones sólo ha servido para aislar a Occidente en el tema birmano, no para aislar a los generales. Es más, el régimen de sanciones y prohibiciones de viaje refuerza uno de los pilares del régimen que es el aislamiento. Con más turismo extranjero en su país y más viajes de los miembros del régimen a Occidente, sus mentes se abrirían y podría comenzar el cambio.”

Cierto que con el tema de las sanciones hemos aparecido como los malos de la película y que ni otros países ni el régimen birmano se nos quieren ajuntar. Pero de ahí a que nos fuéramos a convertir en compañeros de diálogo sobre el tema birmano... Los generales birmanos no quieren diálogo político con nadie. Ya han mostrado en el pasado con sus socios de la ASEAN y hasta con China que lo que se les dice por un oído les entra y por otro les sale. Si queremos retirar las sanciones y ponernos a predicar ante un muro, adelante. Si hay algo que no falta en la vida política es la saliva.

En cuanto a que el turismo y los viajes pudieran abrir la mente de los generales, lo dudo mucho. Los generales han demostrado una gran habilidad para extraer los beneficios del turismo y no permitir que los turistas les solivianten a la población. La Birmania de 2010 no es como la España de los 60 en la que la llegada de los turistas extranjeros contribuyó a que la sociedad se abriese. El acceso del turista medio a la población birmana es escaso y se ve obstaculizado por el idioma. Años de incuria educativa han hecho que el nivel de inglés de los birmanos baje y años de represión han hecho que sean esquivos a la hora de hablar de política.

En lo que se refiere a los viajes al extranjero, hay dos tipos de birmanos que viajan. Los que van a buscarse la vida en los países de alrededor y los que pertenecen al régimen. Los primeros bastante ocupados están con ganarse las habichuelas como para pensar en política. Los segundos se benefician del régimen y tampoco están que se mueren por viajar a Occidente. El 90% de lo que Occidente les pudiera ofrecer ya lo tienen en Singapur, Shanghai y Pyongyang, adonde sí que viajan.

El tema birmano no va a cambiar porque geopolíticamente no hay manera de romper la situación en la que nos encontramos en la que el régimen birmano es apoyado por China, la India, los países de la ASEAN y Rusia. A menudo les resulta un grano en el culo, como cuando los refugiados birmanos se instalan en Thailandia o las anfetaminas procesadas en los territorios de las minorías étnicas entran en Yunnán, pero hay suficientes beneficios y posibilidades de negocio como para pasar eso por alto.

No veo porqué esos países cambiarían su postura. ¿Por qué China querría una Birmania democrática cuando ella misma no es democrática? ¿Para ver cómo esa Birmania democrática se vuelve pro-norteamericana? ¿Y es que la India iba a presionar a los generales para que se vuelvan demócratas y perder toda traza de influencia sobre el país en beneficio de China, amén de correr el riesgo de que los birmanos dejasen que su territorio se convirtiese en santuario para los insurgentes naxalitas del este del país? ¿Y acaso la ASEAN va a reconocer públicamente que se equivocó en 1997 cuando admitió en su seno a Birmania y va a permitir que el país se reoriente hacia China y la India? Los generales birmanos son conscientes de esos dilemas estratégicos de sus vecinos y juegan con ellos. Gracias a eso, logran conciliar el sueño por las noches.

Si el cambio en Birmania no puede llegar desde fuera, ¿podría venir desde dentro? Lo dudo mucho. En el otoño de 2007 ya vimos lo que daban de sí las insurrecciones populares en Birmania: masas despolitizadas y acojonadas por años de represión se enfrentan a militares de gatillo fácil y armados hasta los dientes. Lo de David y Goliath quedó grabado en la Biblia porque ocurrió UNA vez. Por eso llamó la atención.

La única posibilidad de cambio real vendría de que se produjeran divisiones y luchas intestinas entre los generales. He conocido a gente que se ha quedado bizca de tanto forzar la vista en busca de fisuras en el régimen y a gente que sufre de migrañas crónicas desde que se puso a elucubrar sobre qué generales son criptoaperturistas y podrían liderar una transición democrática. En 20 años sólo recuerdo un caso de discrepancias serias dentro del régimen, que fue cuando cayó el Primer Ministro Khin Nyunt en 2004. Se especuló que su caída podía haber estado motivada por sus puntos de vista más aperturistas y liberalizadores. Puede, pero creo más verosímil la versión de que su caída fue el resultado de una lucha de poder. Khin Nyunt pertenecía a la facción equivocada y estaba empezando a acumular demasiado poder.

¿Y si el régimen decidiera evolucionar por sí mismo? ¿Y si su hoja de ruta de siete pasos para la transición hacia una democracia disciplinada fuera real? Bueno, también es posible que el Lobo decida no comerse a Caperucita y a su abuelita y prefiera ponerse a jugar al tute con ellas.

Yo la hoja de ruta la veo en clave de sucesión. Than Shwe tiene ya 77 años y se rumorea que tiene cáncer. Tanto si eso es cierto como si no, ya ha vivido 18 años más que el birmano promedio. No se sabe que hasta ahora haya preparado a un delfín para sucederle. Pienso que no lo ha hecho porque la sucesión que está preparando será una sucesión colegiada y el modelo colegiado que tiene en la cabeza posiblemente sea el chino.

Es posible que Than Shwe piense que es necesario introducir una cierta institucionalización. Ahí entraría el nuevo Partido de la Unión por la Solidaridad y el Desarrollo, del que sospecho que se espera que cumpla unas funciones similares a las del Partido Comunista Chino en China. Mientras que el Partido Comunista Chino extrae su legitimidad de su victoria en la guerra civil, el PUSD no la puede extraer de ningún sitio. Por eso son tan importantes las elecciones del 7 de noviembre de este año. En ellas el PUSD arrasará y en el futuro cada vez que se cuestione su legitimidad, recordará su triunfo electoral.

La gran cuestión en este esquema es cómo funcionará la imbricación Ejército-PUSD. El Ejército Popular Chino tiene su peso, pero está de alguna manera supeditado al Partido y existen cauces institucionalizados para que haga conocer sus opiniones. En el caso de Birmania hasta ahora es el Ejército quien ha mandado. Muchos militares se han civilizado (lo utilizo sólo en el sentido de colgar los uniformes, no en ningún otro sentido) para integrarse en el PUSD, pero está por ver cómo funcionará el engranaje Ejército-PUSD y si habrá fricciones. Es posible que las haya, pero los descontentos no tienen más que acordarse de la suerte de Khin Nyunt y de la Prisión de Insein para recordar que hay cosas peores que ser ninguneado o puenteado por los generales.

Sé que sueno completamente derrotista, pero no veo ninguna razón para el optimismo en el tema de Birmania. Estoy deseando que me escribáis para decirme que me equivoco de parte a parte y que encima me convenzáis.

Epílogo al artículo Obama y Birmania, visto en Asia, Buda y rollitos de primavera.
Nota: las letras en tamaño enorme las he puesto yo para destacar lo que me parece más importante de este texto.

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