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¿Es Myanmar el nuevo tigre asiático?

lunes, 13 de febrero de 2012

A pesar de ciertas reformas, Myanmar sigue siendo una dictadura militar de la línea dura y carece de una sociedad civil.

En tanto que la gran historia de este 2012 en el suroeste asiático es cada vez más letal psicodrama entre EE.UU. e Irán, no hay ninguna historia tan grande en el sudeste asiático en este año del dragón que la apertura controlada que se está produciendo en Myanmar.

Todos sus vecinos, al este y al oeste, han estado acercándose a Myanmar desde que la Secretaria de Estado Hillary Clinton la visitase el pasado noviembre. Estos días es virtualmente imposible reservar un vuelo o una habitación de hotel.

Al igual que Asjabad en Turkmenistán y Astaná en Kazakhstán hace unos años, la nueva capital birmana, Naypyidaw ("La morada de los Reyes"), construida de la nada gracias a la riqueza del gas natural a mitad de camino entre Rangún y Mandalay, surge como la nueva tierra prometida.

En paralelo, la Unión Europea (UE) ha levantado la prohibición de viajar a los altos cargos del Estado. La delegación de Myanmar fue virtualmente acosada en el reciente Foro Económico Mundial de Davos. Imaginen filas de directores ejecutivos europeos salivando con la melodía del Viceministro de Transportes de Ferrocarril, U Lwin, diciendo "como Noruega y Suecia, tenemos acceso a dos mares y un potencial en pesca".

Hablando de grandes cantidades de pesca para freír; los mandarines globales del turbo-capitalismo en crisis se engañan a sí mismos con todo este oro, gas, petróleo, teca, jade, uranio, carbón, zinc, cobre, piedras preciosas, montones de energía hidroeléctrica y, principalmente, una mano de obra barata, que hay ahí para tomar.

Esta puede no ser exactamente una carta de recomendación, considerando los registros pasados, pero aún así el FMI, tras un viaje de dos semanas, declaró a Myanmar como "la próxima frontera económica de Asia".

Y esto incluso antes de que EE.UU. y la UE levantasen sus sanciones, presumiblemente en los próximos meses, suponiendo que las elecciones parciales del próximo 1 de abril, donde la estrella del espectáculo es La Dama, el icono Aung San Suu Kyi, y su partido, la Liga Nacional para la Democracia (NLD), sean libres y limpias.

A largo plazo, Myanmar necesitará también ser compatible con las reglas del juego que ponga la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), que tendrán completo efecto en 2015. Myanmar tendrá la presidencia de turno en 2014.

Sin embargo, a pesar de todo el alboroto que se ha producido alrededor de las "reformas económicas" del Presidente Thein Sein, y la habitual y sospechosa compañía retórica de los "mercados inexplorados" y el "amplio interés de los inversores extranjeros", Myanmar sigue siendo una dictadura militar ultra dura.

Thein Sein, el anterior Primer Ministro, es un ex-general y miembro de la junta militar. Llegó a presidente hace menos de un año, tras unas vergonzosas elecciones en noviembre de 2010 de las que Suu Kyi fue excluida.

Siempre es importante recordar que las elecciones generales de 1990 fueron abrumadoramente ganadas por la NLD. La junta ignoró aquellos resultados, y mantuvo a Suu Kyi bajo arresto domiciliario durante 14 de los últimos 20 años. No hay garantía de que la junta decida volver a arrestar a Suu Kyi de nuevo, cuando ya nadie mire.

La carrera sorprendente
De lo que no hay duda es de que el (remezclado) camino hacia Mandalay será largo. Myanmar necesita urgentemente capital extranjero.

Empezando por una nueva ley de inversiones, tejida por los funcionarios de Myanmar como "la más atractiva de la región", e incluyendo una exención de impuestos de 8 años si los proyectos redundan beneficiosos para el país. Esta ley podría estar aprobada a finales de mes.

También está la tarea hercúlea de revisar completamente un sistema legal supremamente corrupto e incompetente, y al menos tratar de contener la corrupción en todas las áreas de actividad. Según el índice de percepción de la corrupción de Transparencia internacional, Myanmar es solo menos corrupta que Corea del Norte y Somalia.

Las infraestructuras están en ruinas, desde la errática electricidad a los caminos, ferrocarriles y puertos que se derrumban. Myanmar no irá a ninguna parte sin una masiva inversión en infraestructuras de transporte y energía.

En esta carrera contra el tiempo, Asia está por delante de Occidente. Thein Sein acaba de volver de Singapore, la última historia de éxito económico del este asiático. La Ciudad León dará consejo a Myanmar no solo en temas legales, de banca y reformas financieras, sino también en comercio, turismo y planificación urbana.

Japón, por su parte, quiere un tratado de inversión bilateral tan pronto como sea posible. Y el primer ministro tailandés, Yingluck Shinawatra, también se reunió con Suu Kyi en diciembre. Tailandia se enorgullece de ser uno de los principales socios comerciales de Myanmar, y quieren ser los líderes en inversión y el lugar clave para la inversión regional en el país.

Y también los dos hipopótamos de la charca de oro: China e India.

Introduzca Tuberistán (Enter Pipelineistan)
Myanmar es generalmente considerado en occidente como un estratégico cruce de caminos entre India y China, dos de los BRICs, y entre estos y el resto del sudeste asiático. Para los conspiranoides es sobre todo una tierra puente para que China pueda dominar el océano índico.

En lo que concierne al Pentágono, Myanmar es absolutamente esencial en la estrategia, recientemente anunciada por el Presidente Obama, de "pivotar" entre el Medio Este y el Este de Asia.

Por su parte, los astutos líderes de Myanmar empiezan a jugar la máxima del anciano hombre de estado de Singapur, Lee Kuan Yew, que dice que EE.UU. "debe ser un contrapeso" a China en el sudeste asiático. No parece que Myanmar se acabe convirtiendo en una provincia China.

El escenario de Tuberistán es fascinante. Un puerto ya está en construcción en Kyaukpyu, en el Estado Arakán, en la costa oeste de Myanmar, cerca de Bangladesh. Ahí es donde se encuentran los inmensos campos de gas de Shwe. El puerto conectará, gracias a una tubería dual de crudo y gas, a Yunnán, la enorme provincia del suroeste chino.

Para China este nodo de Tuberistán no puede ser más estratégico, pues resuelve un problema crucial para el cuello de botella de Pekín: el Estrecho de Malaca. Y la mejor ruta desde el océano índico hasta el corazón de China es, justo, atravesando Myanmar, y no pasando por Pakistán o Bangladesh.

Pero como ha observado Zha Daojiong, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad de Pekín, no hay ninguna conspiración en marcha. En verdad la primera opción que tiene Myanmar para la exportación de petróleo y gas es India. Solo después de que India metiese sus pies, "y el consorcio internacional de extractores de campos de gas (que no incluye a China) perdiese su paciencia, Myanmar viró hacia China como una salida para sus ventas".

No hay modo en que Myanmar no sea importante para las complejas y vastas estrategias energéticas de China. El gas para Yunnan vendrá, ciertamente, desde Myanmar. Pero el petróleo deberá llegar desde el Medio Este, principalmente desde Arabia Saudí e Irán, los principales proveedores de China) y África (Angola y Sudán). Para que estas redes funcionen de manera adecuada, China necesita un Myanmar estable y relativamente próspero.

Además está el incluso más grande puerto de Dawei, en la costa sur. Este se orienta hacia Tailandia, el resto del sudeste asiático y el sur de China. Para Pekín, es también una alternativa clave al Estrecho de Malaca; contará con una Zona Económica Especial (Special Economic Zone - SEZ) al estilo chino y un parque industrial, desarrollado por una asociación italo-tailandesa. Otra SEZ establecida cerca de Rangún beneficiará igualmente a China, además de Japón, Corea y Talinadia.

La Dama y los vagabundos
La junta militar, que solía ser conocida por el Orweliano acrónimo de SLORC (State Law and Order Restoration Council - Consejo de Estado para la Paz y el Desarrollo), renombró al país como Myanmar en 1989. Myanmar es el término bamar para el valle central del país. No hace falta decir que las tribus étnicas del país, los Karen, Shan, Kachin y otros, nunca estuvieron de acuerdo con ello, y lucharon contra esto sin descanso. En la práctica, la ahora "reformada" junta ha tratado a la absoluta mayoría de los ciudadanos, incluidos los bamar, de una manera absolutamente espantosa.

Para los diálogos oficiales sobre el "proceso de paz" en curso, el concepto de sociedad civil en Myanmar sigue siendo virtualmente inexistente. Así que todo depende ahora de las elecciones del 1 de abril, y de cómo Suu Kyi y su partido sean capaces de reunir a todo el país para compartir un contrato social real.

Esa es la esperanza compartida por todos los que han estado profundamente conmovidos por la terrible belleza del país y la amabilidad de sus gentes.

Sin embargo, Myanmar es inmensamente más compleja que una simple guión de la bella (La Dama) y la bestia (la junta). Será necesario el activismo político de millones para acabar con lo que ha sido de facto una guerra civil que ha durado seis décadas; principalmente una guerra del ejército de Myanmar contra una inmensa mayoría de su propia gente.

Artículo escrito por Pepe Escobar, corresponsal itinerante para Asia Times. Su último libro se titula "Obama does globalistán" (Nimble Books, 2009). Una versión de este artículo apareció en TomDispatch.

Visto en Al Jazeera vía Meneame.

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