Cuando Marco Polo llegó por primera vez a Birmania en 1285, enviado por Kubilai Khan para explorar esta tierra, fascinado por lo que vio le escribió al Gran Khan: "Es un país inmensamente rico. En mi vida he visto algo parecido: hasta sus torres y sus pagodas están cubiertas de oro y plata". Kubilai Khan no tardó en poner sus ojos sobre la zona. En 1287 envió su ejército a conquistar Birmania y a destruir la capital llevándose muchos de sus tesoros.
Hoy Birmania se llama Myanmar, su capital no se llama Rangún, sino Yangón, y su río, el Irawaty, arteria principal del país con 2.176 km., ahora es el Ayeyarwady. Pero, salvo los nombres, nada parece haber cambiado en esta inmensa nación, la más extensa del sudeste asiático tras India y China.
Durante estos últimos 50 años Birmania ha estado cerrada al mundo exterior. Este inmenso país donde conviven 135 etnias, encierra los más valiosos tesoros arqueológicos de todo Asia y se perfila como uno de los países más ricos de la región en piedras preciosas (sobre todo rubíes y zafiros) oro, pesca, gas natural, cinc y madera de teca además del arroz, caucho y otros productos.
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