Human Right Watch (HWR) ha acusado hoy al Gobierno birmano de cometer "atrocidades" contra la minoría rohingya durante los enfrentamientos del pasado junio en el estado de Rakhine (antigua Arakan), en el oeste de Birmana, que se saldaron con 78 muertos y cerca de 100.000 desplazados.
Las fuerzas de seguridad birmanas cometieron asesinatos, violaciones y arrestos masivos contra los rohingya, apunta HRW en un informe titulado "El Gobierno podría haber parado esto: Violencia sectaria y consiguiente abuso en el estado birmano de Arakan".
"El Gobierno afirma que se ha comprometido a poner fin a los conflictos étnicos en el país, pero tras los recientes hechos en el estado de Arakan se demuestra que la persecución y la discriminación persiste", afirma Brad Adams, director para Asia de Human Rights Watch.
La organización pro derechos humanos ha instado a Birmania a tomar medidas urgentes para poner fin al abuso de las autoridades tras una "campaña de redadas y violencia masiva contra los rohingya" y a levantar las restricciones de acceso a la ayuda humanitaria.
El detonante de los disturbios, en los que también fueron destruidos 2.230 casas y edificios, fue el hallazgo del cadáver de una mujer budista violada y asesinada por tres musulmanes el pasado 28 de mayo.
Antes de la detención de los tres culpables, el 3 de junio una muchedumbre budista asaltó un autobús y asesinó a diez musulmanes al pensar que eran los culpables del asesinato de la mujer.
A partir de entonces, bandas de musulmanes y budistas se enfrentaron, incendiaron y saquearon diversas localidades de Rakhine y solo la declaración del estado de excepción, el 10 de junio, logró disminuir los disturbios.
Birmania, después de casi medio siglo de dictadura militar, vive una etapa de reformas de tinte democrático desde que la última junta se disolvió y traspasó el poder a un gobierno civil afín, en 2011.
"Si estas atrocidades hubieran sucedido antes del proceso de reforma del Gobierno la reacción internacional habría sido rápida y firme, pero la comunidad internacional está cegada por la narrativa romántica del un cambio radical en Birmania, incluso mientras los abusos continúan", sentenció el director de HRW para Asia.
El enviado especial de Naciones Unidas para los derechos humanos en Birmania, Tomás Ojea Quintana, se encuentra de visita oficial en el país asiático hasta el sábado después de que la ONU alertara sobre la violación de derechos de la minoría rohingya tras los disturbios en el estado Rakhine.
Unos 800.000 musulmanes de la etnia rohingya viven en Birmania, la mayoría entre los 3,5 millones de habitantes de Rakhine, aunque las autoridades no los reconocen como ciudadanos y mantienen que proceden de la vecina Bangladesh.
El Gobierno bangladesí tampoco reconoce a esta comunidad apátrida y unos 300.000 rohingyas viven hacinados en campos de refugiados.
Visto en Diario vasco.
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