La nobel de la paz Aung San Suu Kyi pidió hoy en Bangkok el respaldo internacional para mejorar la vida de los birmanos y consolidar el proceso de reformas democráticas tras 49 años de dictadura militar.
Suu Kyi, que llegó a Tailandia el martes en su primer viaje al extranjero desde 1988, realizó este llamamiento durante su intervención en el Foro Económico Mundial sobre Asia Oriental al que asisten más de 600 empresarios y líderes políticos.
"No queremos inversiones que supongan más corrupción. No queremos inversiones que aumenten las desigualdad o para que los privilegiados sean más privilegiados todavía", afirmó la líder opositora, de 66 años.
Ataviada con un vestido tradicional birmano azul y con una flor con la que habitualmente adorna su cabello moreno, arrancó en varias ocasiones los aplausos del público en un diálogo en el que se expresó de forma fluida y, en ocasiones, con humor irónico.
Suu Kyi manifestó su preocupación por el futuro de Birmania (Myanmar), especialmente por los jóvenes desempleados que "pierden la esperanza" y pasan los días en los cafés o abusando del alcohol, las drogas y el juego.
"Necesitamos educación secundaria en Birmania, no sólo la universitaria, sino aquella educación que permite un trabajo digno y que los ciudadanos puedan poner en práctica las reformas del Gobierno", enfatizó la nobel de la paz.
"El paro es muy alto en Birmania y eso es un bomba de relojería", agregó Suu Kyi, quien recobró la libertad en 2010 después de siete años seguidos de arresto domiciliario.
La opositora, que desde el mes pasado es jefa de la oposición en el Parlamento, se mostró "cautelosamente optimista" con las reformas emprendidas en su país desde que la última junta militar se disolvió, en 2011, y reiteró su confianza en el actual presidente, Thein Sein.
"El proceso no es irreversible. He llegado a observar un optimismo desmesurado, a veces es necesario un poco de escepticismo saludable" recomendó Suu Kyi.
En su intervención, también habló de la importancia de la reconciliación nacional, particularmente con las minorías étnicas en conflicto desde hace décadas, así como acabar con la corrupción y reformar el sistema judicial.
"Hay muchas leyes buenas en Birmania, pero no tenemos un sistema judicial independiente y justo", indicó la opositora, quién enfatizó que las inversiones y las ayudas en el país deben ejecutarse con "transparencia" y en el marco de la ley para beneficiar a los ciudadanos.
El miércoles pasado, Suu Kyi visitó una comunidad de inmigrantes empleados en la industria pesquera tailandesa como mano de obra barata en una ciudad portuaria en el Golfo de Tailandia.
"La Dama", como es llamada cariñosamente por la mayoría de sus compatriotas, fue recibida por una multitud emocionada por ver y saludar a la mujer que defendió la democracia ante la dictadura militar y sufrió arresto domiciliario 15 de los últimos 24 años.
El tiempo que no estaba confinada en su casa familiar de Rangún, rehusó abandonar el país por temor a que le impidieran regresar para continuar dirigiendo el movimiento democrático.
Preguntada sobre qué es lo que más le ha llamado la atención en su primer viaje al extranjero en tanto tiempo, contestó que fueron las luces en la noche de Bangkok que observó desde la cabina del avión y que le mostró cuánto ha crecido la capital tailandesa y qué poco Rangún desde 1988, donde llevan un mes con cortes de luz.
"Lo primero que se me vino a la mente fue: necesitamos una política energética", concluyó provocando el aplauso del público.
Suu Kyi, que llegó a Tailandia el martes en su primer viaje al extranjero desde 1988, realizó este llamamiento durante su intervención en el Foro Económico Mundial sobre Asia Oriental al que asisten más de 600 empresarios y líderes políticos.
"No queremos inversiones que supongan más corrupción. No queremos inversiones que aumenten las desigualdad o para que los privilegiados sean más privilegiados todavía", afirmó la líder opositora, de 66 años.
Ataviada con un vestido tradicional birmano azul y con una flor con la que habitualmente adorna su cabello moreno, arrancó en varias ocasiones los aplausos del público en un diálogo en el que se expresó de forma fluida y, en ocasiones, con humor irónico.
Suu Kyi manifestó su preocupación por el futuro de Birmania (Myanmar), especialmente por los jóvenes desempleados que "pierden la esperanza" y pasan los días en los cafés o abusando del alcohol, las drogas y el juego.
"Necesitamos educación secundaria en Birmania, no sólo la universitaria, sino aquella educación que permite un trabajo digno y que los ciudadanos puedan poner en práctica las reformas del Gobierno", enfatizó la nobel de la paz.
"El paro es muy alto en Birmania y eso es un bomba de relojería", agregó Suu Kyi, quien recobró la libertad en 2010 después de siete años seguidos de arresto domiciliario.
La opositora, que desde el mes pasado es jefa de la oposición en el Parlamento, se mostró "cautelosamente optimista" con las reformas emprendidas en su país desde que la última junta militar se disolvió, en 2011, y reiteró su confianza en el actual presidente, Thein Sein.
"El proceso no es irreversible. He llegado a observar un optimismo desmesurado, a veces es necesario un poco de escepticismo saludable" recomendó Suu Kyi.
En su intervención, también habló de la importancia de la reconciliación nacional, particularmente con las minorías étnicas en conflicto desde hace décadas, así como acabar con la corrupción y reformar el sistema judicial.
"Hay muchas leyes buenas en Birmania, pero no tenemos un sistema judicial independiente y justo", indicó la opositora, quién enfatizó que las inversiones y las ayudas en el país deben ejecutarse con "transparencia" y en el marco de la ley para beneficiar a los ciudadanos.
El miércoles pasado, Suu Kyi visitó una comunidad de inmigrantes empleados en la industria pesquera tailandesa como mano de obra barata en una ciudad portuaria en el Golfo de Tailandia.
"La Dama", como es llamada cariñosamente por la mayoría de sus compatriotas, fue recibida por una multitud emocionada por ver y saludar a la mujer que defendió la democracia ante la dictadura militar y sufrió arresto domiciliario 15 de los últimos 24 años.
El tiempo que no estaba confinada en su casa familiar de Rangún, rehusó abandonar el país por temor a que le impidieran regresar para continuar dirigiendo el movimiento democrático.
Preguntada sobre qué es lo que más le ha llamado la atención en su primer viaje al extranjero en tanto tiempo, contestó que fueron las luces en la noche de Bangkok que observó desde la cabina del avión y que le mostró cuánto ha crecido la capital tailandesa y qué poco Rangún desde 1988, donde llevan un mes con cortes de luz.
"Lo primero que se me vino a la mente fue: necesitamos una política energética", concluyó provocando el aplauso del público.
Visto en ABC.
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