Las autoridades de Birmania han impuesto un toque de queda nocturno en al menos 2 ciudades del estado de Rakhine, en el noroeste del país, tras la reanudación de los disturbios entre musulmanes rohingyas y budistas, que el pasado mes de junio acabaron con la vida de más de 80 personas.
Hla Tein, portavoz del Gobierno del estado de Rakhine, informó a Reuters de la imposición de un toque de que queda en los términos municipales de Minbya y Mrauk Oo desde el lunes. Algunas fuentes locales informan de la presencia de policía armada para reforzar la seguridad en ambas ciudades.
Los medios oficiales informaron este miércoles de que dos personas habrían muerto y otras ocho habrían resultado heridas desde que empezaran los disturbios este domingo, y añadieron que 1.039 casas habrían sido quemadas. Informes no verificados de otras fuentes elevan el número de víctimas mortales.
El Gobierno del país ha negociado treguas con la mayoría de los grupos étnicos rebeldes que han luchado por conseguir la autonomía durante más de medio siglo, pero no ha hecho nada por resolver el problema rohingya.
Aproximadamente 800.000 rohingyas viven en condiciones extremas en la frontera de Birmania con Bangladesh. Ninguno de estos dos países les reconoce como ciudadanos, de hecho las autoridades de Bangladesh impidieron la entrada de varios barcos cargados de musulmanes rohingyas que huían de la violencia de los disturibios que se produjeron en junio.
La mayoría de los habitantes de Birmania considera a este colectivo como un grupo de inmigrantes ilegales procedentes de Asia meridional. Incluso Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz que encabezó la lucha por la democracia en el país, esquiva las cuestiones al respecto.
"Por supuesto que estoy preocupada por la situación", ha declarado la Premio Nobel de la Paz, ahora parlamentaria, a los medios locales. "En realidad, esta situación era de esperar. Como suelo decir, el deber de la ley es el de prevenir este tipo de problemas. Pero no es algo que se pueda solucionar en una noche", ha añadido.
Al igual que con el anterior brote de disturbios, sigue sin estar muy claro las causas que han desatado la violencia en el norte del país. En junio, la tensión entre budistas y musulmanes rohingyas se disparó después de que en mayo fuera violada y asesinada una mujer budista, delito que fue atribuido a los musulmanes.
Estos brotes de violencia suponen un paso atrás para un Gobierno prácticamente civil, que se ha ganado los apalausos de la comunidad internacional por sus reformas políticas y económicas desde que el presidente Thein Sein asumiera el cargo, poniendo fin a casi 50 años de régimen militar.
Visto en Europa press.
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