Ya hemos hablado aquí varias veces de cómo las subastas y exportaciones de gemas y otras piedras preciosas enriquecen a los dictadores genocidas birmanos.
Se han hecho intentos de prohibición de importación de estas gemas desde Birmania; pero, claro: hecha la ley, hecha la trampa. Siempre hay un resquicio legal para seguir negociando con piedras preciosas manchas de sangre: que salgan de Birmania a uno de sus países aliados, allí las tallen y luego las vendan a EEUU.
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