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¿Por qué la dictadura de Myanmar está cazando al elefante blanco?

lunes, 5 de abril de 2010

Durante siglos, los elefantes blancos han sido venerados como un símbolo de poder y buena suerte en el sudeste de Asia. Su descubrimiento es una señal de que la nación prosperará y sus gobernantes serán sabios y justos. No es de extrañar, entonces, que cuando una de estas raras criaturas fue descubierta cerca de la costa occidental de Myanmar a principios de este año, los generales que gobiernan el país enviaran unidades especiales del ejército para capturarlo.

No importa la condena internacional de la dictadura militar de Myanmar, por presuntos crímenes de guerra o los niveles alarmantes de pobreza. Si un elefante blanco se encuentra, por lo que a la superstición respecta, todo irá bien.

En las colinas boscosas detrás de la playa de Ngwe Saung, los elefantes se utilizan para transportar madera. Fue precisamente uno de los manejadores de elefante quién vio por primera vez al animal albino entre una manada salvaje que deambulaba por la zona. Informó inmediatamente al jefe de la empresa y la noticia se extendió como la pólvora.

El general superior Than Shwe -la cabeza del país- envió una compañía de unos 50 soldados, con un séquito de amaestradores de elefante y veterinarios armados con dardos tranquilizantes. Soe Tin, un agricultor local, sabía lo que esto significaba para él. El primer avistamiento del elefante en el año 2008 trajo un enjambre de soldados a la zona. Los militares se apoderaron de la mano de obra local para colaborar en una búsqueda sin éxito que se extendió durante tres meses. Cuando la cacería se reanudó en enero, Soe Tin, de 41 años, fue reclutado de nuevo. "Las autoridades del pueblo exigieron una persona de cada casa," dice. "Fuimos forzados a trabajar sin paga."

Los soldados exigieron que todos los pueblos cercanos a la playa colaborasen con mano de obra gratuita - una práctica que es común en Birmania. Los hombres dejaron sus casas y sus granjas para actuar como guías y porteadores. "Los soldados nos ordenaron. Solo hice lo que me ordenaron. No me atrevía a protestar," dice el granjero.

La leyenda del elefante blanco se origina en los cuentos del nacimiento de Buda: un elefante blanco supuestamente se presentó ante su madre y le entregó una flor de loto sagrado. Los reyes birmanos antiguos creían que los elefantes blancos sólo se encontraron durante el reinado de los reyes buenos y que la posesión de uno ayudaría a la prosperidad del país. Por el contrario, la muerte de una de estas criaturas podría significar un desastre. La desaparición del elefante blanco favorito de King Thibaw - que vivían en un ambiente extravagante, adornado con diamantes y alimentado por una pila de oro - fue pronto seguida por el derrocamiento del monarca por los colonizadores británicos en 1885.

Los dirigentes de la actual Birmania reverencian al elefante blanco tal y como hicieron sus predecesores reales. En 2001 la captura de un elefante blanco en las junglas del Estado Arakán fue jaleada por los medios como "un presagio para el emerger de un próspero, pacífico y moderno estado". El "elefante real" fue llevado a Rangún y presentado al General Khin Nyunt - el entonces primer secretario del Consejo de Estado para la Paz y el Desarrollo - quien lo vistió completamente como a un militar y lo mantuvo en un templo privado en un suburbio al norte de Rangún. Pero cuando Khin Nyunt fue purgado de su puesto de Primer Ministro, en 2004, el elefante cayó en desgracia.

El líder de la junta, Than Shwe, y sus jefes del ejército, viviendo ahora en la nueva capital, Naypyidaw, siguen esperando su propio elefante blanco. Este sería un buen año, de encontrar uno. La primera elección general de Birmania en 20 años tendrá lugar a finales de este 2010, pero los gobiernos occidentales ya han desestimado la votación como una vergüenza.

Las recientemente anunciadas leyes electorales prohíben que la líder de la oposición detenida, Aung San Suu Kyi, se presente a la presidencia. Su partido, la Liga Nacional para la Democracia, ante la disyuntiva de expulsar a su líder o boicotear las elecciones, ha elegido el boicot.

En medio de los coros de críticas internacionales, el régimen tiene la esperanza de que la captura del elefante confiera legitimidad a su gobierno. Pero el pueblo birmano, oprimido por años de represión política y mala gestión económica, puede no verlo de ese modo.

"Los viejos símbolos de la monarquía aún tienen cierta influencia, y la posesión de un elefante blanco puede ayudar a confiar en algunos, pero creo que para la mayoría del pueblo birmano hoy, gastar un poco más en salud y educación sería un signo de gobierno progresista mucho mejor visto," dice el historiador y autor Thant Myint-U.

En las colinas de Ngwe Saung, la cacería continúa. Los granjeros locales dicen creer que la manada está protegiendo a la escurridiza bestia - de la que se estima que tiene 5 años y que tiene 5 pies de alto. Dicen que los soldados han cortado árboles de maderas nobles y que han permitido que los cazadores pisoteen las cosechas.

La búsqueda está causando miseria y penurias, dice Soe Tin. "Nadie tiene idea de dónde está el elefante," dice. "Si hay un elefante blanco ahí fuera, solo espero que lo cojan pronto."

Elefantes blancos ¿Inútiles o exaltados?
En tanto que el elefante blanco es reverenciado en Birmania, la frase tiene una connotación un tanto distinta en U.K. donde se les define como una "posesión inútil o problemática", según el diccionario Oxford. Esto se deriva de la práctica de los reyes de Siam, el antiguo nombre para Tailandia, que daban los elefantes albinos a cortesanos ambiciosos. Era tan grande el honor y tan prestigioso el regalo que no tenían más remedio que preocuparse por el animal. Sin embargo, el dueño que no lo deseaba pronto se arruinaría por el enorme coste de los cuidados, con su insaciable demanda de plátanos, y caña de azúcar. La mística de este animal aún continúa en Tailandia a través de la Más Exaltada Orden del Elefante Blanco, establecida en 1861 por el Rey Rama IV.

Visto en Ecología, vía Meneame, y BurmaNet News, del original en The independent.

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