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Algunos militares birmanos quieren unirse a nosotros, pero tienen miedo

domingo, 24 de mayo de 2009

En una entrevista concedida a asiared en febrero de este año con motivo del Seminario: Las etnias en el proceso de paz y reconciliación birmano, Win Naing*, presidente en el exilio de la Liga Nacional por la Democracia, el partido de la Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, afirma que las divisiones en el ejército podrían facilitar el camino a la democracia. Mientras, el régimen muestra su mejor cara ante el relator de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Tomás Ojea Quintana, que visitó en esos días el país.

¿Cómo ve la situación social y política en Birmania en este momento?

La gente tiene mucho miedo a la violencia del régimen. La junta no proporciona ningún tipo de servicio público, no promueve la educación de los niños y los servicios sanitarios son inexistentes. Muchos ciudadanos se ven obligados a acudir a los monasterios en busca de comida, ya que los productos de primera necesidad están muy caros. Los monjes birmanos han sido los que más se han implicado en alimentar y vestir a los afectados por el ciclón Nargis. Antes casi todo el mundo podía comer arroz, ahora una gran parte de la población sólo puede beber sopa de arroz. Esta mala nutrición provoca el incremento de las enfermedades.

Las precarias condiciones de vida conviven con un aumento de la represión política…

Sí, desde la Revolución del Azafrán en 2007 se ha endurecido el maltrato a la disidencia. En este momento hay más de 3.000 prisioneros políticos en Birmania, incluyendo a monjes y monjas budistas. No existe un sistema legal y ha desaparecido totalmente el estado de derecho y el respeto por los derechos humanos más elementales. Los prisioneros no pueden comunicarse con el exterior y tampoco recibir visitas de familiares.

¿Esta complicada situación política y social ha provocado fracturas dentro de la propia Junta Militar?

. Sobre todo los militares más jóvenes de la Junta dudan sobre el futuro del régimen. Hay divisiones en el ejército pero los militares tienen mucho miedo a las represalias. La Organización Internacional de Monjes Birmanos, una organización basada en Washington DC recibe información filtrada por algunos militares, que también muestran la voluntad de unirse a nosotros.

¿Qué vínculo hay entre la Organización Internacional de Monjes Birmanos y la Liga Nacional para la Democracia (LND), el partido que usted representa?

Trabajamos conjuntamente y con el mismo objetivo. Los monjes budistas de todo el mundo crearon la Organización Internacional de Monjes Birmanos en octubre de 2007, para ejercer presión sobre los distintos gobiernos del mundo sobre la causa birmana, sobre todo aglutinados alrededor de nuestro partido, el principal partido opositor, liderado por Aung San Suu Kyi.

¿Cómo están los ánimos de la líder de la LND, Aung San Suu Kyi, en arresto domiciliario desde hace 18 años?

Ella es muy fuerte mentalmente, trabajadora, muy honesta y muy religiosa, siempre mira hacia el futuro. Es una mujer de palabra y está muy comprometida con la gente joven. Siempre que puede los anima a que lean más y sepan cómo funciona el mundo. Tanto ella como todos los miembros del partido somos muy optimistas, sobre todo a raíz de la reunión que Aung San Suu Kyi tuvo recientemente con el enviado especial de Naciones Unidas, Ibrahim Gambari.

Suu Kyi dudaba de la utilidad de entrevistarse con el representante de Naciones Unidas ya que, según la propia dirección de la LND, los anteriores encuentros no habían motivado ningún cambio sustancial en la actual situación política de Birmania…

En la sexta visita que Gambari hizo a Birmania, Suu Kyi no quiso verlo. Sin embargo, esta vez, que es la séptima, ella ha aprovechado para reclamar más presión internacional y el endurecimiento de las sanciones. Le ha dicho a Gambari que el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, no debería visitar el país a menos que sean liberados los prisioneros políticos, nuestra principal prioridad.

Gambari dijo en alguna ocasión que quizás era necesario levantar las sanciones a la Junta para promover el cambio político. ¿Qué opina usted de esta postura a veces ambigua de Naciones Unidas?

Esto no se puede permitir. La Junta utilizaría este dinero en gasto militar. No tiene intención de hacer ninguna concesión ni de ser controlada por el pueblo. El dinero que recaudó la Junta por el ciclón Nargis fue malgastado. Birmania necesita más sanciones y más presión internacional.

¿Por qué su partido ha decidido no participar en la hoja de ruta marcada por la Junta Militar para llegar a la democracia, que prevé la celebración de elecciones libres en 2010?

Porque este proceso es una farsa. No podemos consentir que la comunidad internacional crea que esto es un proceso limpio hacia la democracia. Quieren convocar elecciones en 2010 a partir de una constitución falsa, que se aprobó el año pasado a través de un referéndum donde se manipularon los votos. Es un camino hacia la democracia unilateral y no inclusivo.

A su partido se le podría acusar de mantener una postura radical que obstaculiza el proceso

Es muy difícil predecir que harían los generales si nosotros cediéramos y nos involucráramos en su proceso, seguramente después no cumplirían su palabra. Por eso, antes de dialogar debemos mantenernos firmes en exigir la liberación de los prisioneros políticos, la reforma de la constitución y el reconocimiento de la victoria electoral de la LND en las elecciones de 1990.

¿Qué papel juega China en la promoción de la democracia en Birmania?

China tiene que endurecer su posición con la junta. China está dando mucho apoyo a la Junta. Esta financiando económicamente el régimen, proporcionando armas y orientación política.

Muchos analistas critican un papel poco activo de su partido, la LND, en la revolución del Azafrán de 2007. ¿Por qué cree que se ha hecho esta lectura?

Nosotros no nos involucramos oficialmente pero sí extraoficialmente. Muchos jóvenes de nuestro partido se manifestaron y fueron arrestados y ahora cumplen penas de prisión. Pero es cierto que algunas personas piensan que no nos involucramos, esto se debe a que la Junta ocultó o minimizó nuestra participación en el movimiento.

¿Cómo ve el futuro y la organización internacional de su partido, el ganador de las elecciones de 1990, invalidadas por los militares?

Desde las principales ciudades birmanas se intenta que los jóvenes asistan a las conferencias organizadas por el partido en Rangún. Creemos que el movimiento de oposición debe regenerarse.

¿Espera poder volver pronto a Birmania?

Yo espero que la Junta mejore la relación con nuestro partido, así podríamos aspirar a reestablecer la democracia. Si la comunidad internacional aumenta su presión, los militares se verán forzados a pactar con nosotros. Pero antes hay mucho trabajo que hacer y mucha gente que concienciar.

*Win Naing es el presidente de la Liga Nacional por la Democracia (LND) en Gran Bretaña, principal partido opositor a la Junta Militar, liderado en Birmania por la Premio Nobel de la Paz, Daw Aung San Suu Kyi. Win Naing hace 18 años que vive en Londres junto a su mujer y sus seis hijos, país al que se refugió después de abandonar Birmania en 1991 cuando la junta militar anuló la victoria del LND en las elecciones de 1990, partido del que él formaba parte. Médico de profesión, dedica gran parte de su tiempo a impulsar la vuelta a la democracia en su país, en estrecha colaboración con la disidencia interna, las organizaciones de monjes budistas y los organismos internacionales implicados en la causa. El LND insiste en que no participará en el proceso hacia la democracia iniciado por los militares hasta que no se cumplan tres requisitos; la liberación de los presos políticos, la reforma de la constitución y el reconocimiento de la victoria electoral del LND en 1990.

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