La ONU se mostró hoy preocupada por los dos naufragios ocurridos recientemente en el Golfo de Bengala en los que se estima han fallecido unos doscientos ciudadanos birmanos y bangladeshíes, y alertó de la posibilidad de que muchos otros arriesguen su vida en esta travesía en las próximas semanas.
"Estos dos incidentes marcan un preocupante inicio de la 'época de navegación' en el Golfo de Bengala, cuando solicitantes de asilo y trabajadores irregulares arriesgan sus vidas en barcos pesqueros con la esperanza de encontrar seguridad y una mejor vida en el sudeste asiático", explicó en rueda de prensa la portavoz del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR), Melissa Fleming.
En las dos últimas semanas, dos barcos con unas 240 personas (entre ellas una proporción importante de ciudadanos de la etnia rohinya procedentes del estado birmano de Rakhine, en el oeste del país) naufragaron en el Golfo de Bengala, según recordó Fleming.
"ACNUR no puede confirmar las cifras porque no tenemos presencia en la zona, pero fuentes fiables nos han indicado que no más de 40 personas fueron rescatadas de los dos barcos", agregó.
Según la portavoz de ACNUR, entre 7.000 y 8.000 personas abandonaron sus países en barco a través del Golfo de Bengala entre los meses de octubre de 2011 y marzo de 2012, por lo que explicó que "actualmente existe el temor de que, movidos por la desesperación, muchos más lo hagan durante las próximas semanas".
ACNUR instó al Gobierno de Birmania a solucionar algunas de las circunstancias que fuerzan a los ciudadanos a abandonar el país, especialmente las relacionadas con la comunidad apátrida musulmana de los rohingya, que cuenta con unos 800.000 miembros en Birmania, de los cuales la mayor parte reside en el estado de Rakhine.
Las autoridades birmanas consideran a los miembros de este grupo como "musulmanes bengalíes", mientras que las de Bangladesh tampoco les reconocen como nacionales y mantienen a unos 300.000 rohingyas en campamentos de refugiados.
Las relaciones entre esta comunidad apátrida y la birmana alcanzaron su momento de máxima tensión el pasado mes de junio, cuando los enfrentamientos entre budistas y musulmanes dejaron 88 muertos y más de 100.000 desplazados en Rakhine.
Los incidentes se repitieron el pasado 21 de octubre, pero actualmente la situación es de cierta tranquilidad.
"Ahora se ha vuelto a una 'calma frágil', pero las tensiones continúan", opinó Fleming, quien aseguró que existe temor a que la violencia rebrote en Rakhine.
La portavoz opinó que es necesario abordar de raíz las causas de las disputas entre las dos comunidades enfrentadas y reclamó que, mientras tanto, "los países vecinos mantengan sus fronteras abiertas", al tiempo que aseveró que ACNUR está preparado para ayudar a estas naciones colindantes a asistir y proteger a aquellos que deciden abandonar Birmania.
"Estamos alarmados porque hemos recibido denuncias de que algunos países de la región están echando a los barcos de sus costas", criticó la portavoz, quien apuntó que las embarcaciones con inmigrantes birmanos se dirigen a Malasia, Tailandia o Bangladesh, aunque este último mantiene actualmente sus fronteras cerradas.
Visto en ABC.
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