La policía de Birmania dijo el pasado martes 4 que había arrestado a un hombre en relación con los atentados que tuvieron lugar en Rangún el pasado mes, acusando del ataque a un grupo militante del exilio opuesto a la junta dirigente.
El pasado 15 de abril una serie de explosiones produjeron 10 muertos y docenas de heridos mientras miles de personas se reunían para el festival del agua que marca el año nuevo budista, en el que ha sido el peor ataque que ha sufrido la principal ciudad de Birmania en cinco años.
“Este acto brutal fue cometido por cuatro terroristas asesinos que son miembros de un grupo conocido como Los Vigorosos Estudiantes Guerreros Birmanos (Vigorous Burmese Student Warriors),” dijo el jefe de la policía birmana, Khin Yi.
Un sospechoso fue arrestado en tanto que el resto ha huido a través de la frontera con Tailandia, anunció la policía en una rueda de prensa en la remota capital administrativa, Naypyidaw.
La policía dijo que tres granadas fueron arrojadas a la multitud. Otro dispositivo hecho con una lata de cerveza llena de potenciador de explosivos unida a un teléfono móvil mediante un cable detonador no explotó.
Miembros del movimiento llamado Vigorosos Estudiantes Guerreros Birmanos, armados con rifles de asalto AK-47, asaltaron la embajada de Birmania en Bangkok en 1999 y retuvieron a 38 rehenes.
Birmania ha sido golpeada por varias bombas en los últimos años, explosiones por las que la junta a culpado a grupos armados en el exilio o a grupos étnicos rebeldes.
Los últimos ataques llegaron mientras el país se prepara para unas elecciones planeadas para fin de año, a las que los críticos acusan de ser una vergüenza pues las leyes electorales han prohibido, de manera efectiva, que la líder de la oposición, Aung San Suu Kyi, se presente. El partido de Suu Kyi, la Liga Nacional para la Democracia (NLD), se disolvió a media noche de ayer miércoles 5 bajo las mismas leyes electorales. La NLD ha rechazado inscribirse como partido político antes de la fecha tope, hoy 6 de mayo, lo que les habría obligado a expulsar a su líder.
Los militares han dirigido Birmania desde 1962, en parte justificando su opresión por la necesidad de rechazar las rebeliones de las minorías étnicas que plagan las remotas áreas fronterizas desde hace décadas.
En mayo de 2005 se produjeron explosiones en dos supermercados de Rangún y un centro de convenciones que mataron a 23 personas. La junta acusó de estas explosiones a grupos en el exilio. Minorías armadas en los estados Karen y Shan continúan luchando con el gobierno a lo largo de la frontera este del país, alegando que son víctimas de abandono y maltratos.
En otro ataque reciente, una serie de bombas explotaron en un controvertido proyecto en el remotos estado Kachin el pasado mes, en tanto que una serie de granadas explotaron en una planta hidroeléctrica en la división Bago.
En el estado del este de Kayah se informó de que un hombre que estaba siendo interrogado por la policía había detonado una bomba que llevaba el pasado mes, matándose a sí mismo e hiriendo a cuatro policías.
El jefe de policía de Birmania dijo en agosto del año pasado que las fuerzas de seguridad habían frustrado un complot de un hombre enviado por grupos pro-democráticos del exilio para poner bombas en Rangún durante la visita del Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon.
El grupo por los derechos humanos Amnistía Internacional pidió el pasado febrero al régimen que acabase con la represión de las minorías étnicas antes de las elecciones, acusando al régimen de arrestos, encierros, torturas y asesinatos de activistas de las minorías para aplastar a la disidencia.
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