Se han producido tantos cambios en Birmania en el último año que de pronto la idea de que Birmania pudiera ser genuinamente democrática ha dejado de ser una utopía. Tantas cosas que pensé que no vería en 20 años han ocurrido en estos meses, que ya cualquier sueño es posible. Por enumerar algunas cosas: liberación de varios centenares de presos políticos; registro de la Liga Nacional por la Democracia como partido político para que participe en las elecciones parciales que tendrán lugar el 1 de abril; Aung San Suu Kyi no sólo tiene libertad de movimientos y de contactos, sino que se ha convertido en una interlocutora privilegiada del Gobierno; establecimiento de una Comisión Nacional de Derechos Humanos, que parece que quiere trabajar en serio...
Ahora bien, ¿nos hemos parado a pensar lo que implicará una Birmania democrática en términos geopolíticos?
China había desarrollado una relación privilegiada con el régimen militar birmano. En términos geopolíticos esa relación privilegiada le suponía: acceso a los recursos del país y acceso al Océano Índico. También le permitía hacerle un poco la cusca a la India, con quien mantiene una sorda rivalidad geoestratégica en Asia. El desgobierno de los militares birmanos también acarreaba algunos problemas, sobre todo en la provincia de Yunnan: tráfico de estupefacientes, contrabando…
Ahora de pronto, China ya no puede dar por segura esa relación tan íntima con Birmania. El pasado 30 de septiembre el presidente Thein Sein anunció la suspensión de la construcción de la presa de Myitsone, en atención a las protestas de la sociedad civil por el impacto medioambiental que tendría. La presa tenía capital chino y la energía que produciría estaría destinada básicamente a China. Durante el régimen de Than Shwe habría sido impensable una decisión tan contraria a los intereses chinos.
En octubre pasado el Presidente Thein Sein visitó la India con gran fanfarria. El mensaje de su visita estuvo claro: Birmania quiere reequilibrar sus relaciones con sus dos poderosos vecinos y dejar de depender excesivamente de China. Y, para rematar, es probable que una Birmania democrática estrechase los lazos con EEUU. De pronto China puede encontrarse con que tiene que enfrentarse a la competencia de EEUU y la India en lo que hasta ahora había sido su coto privado.
Dentro de ASEAN, los cuatro países que ingresaron más tarde (Vietnam, Camboya, Laos y Birmania) y que se caracterizan por su menor desarrollo económico y sus regímenes autoritarios, han desarrollado una cierta solidaridad. De hecho había muchos en el régimen militar birmano que seguían con atención el modelo vietnamita de desarrollo económico sin democracia. Resultará interesante ver en los próximos años cómo una Birmania democrática se acerca a países como Indonesia y Filipinas y muestra que es posible combinar desarrollo y democracia. Cabe que algunos en Vietnam, Camboya y Laos rechinen los dientes.
Es lo bonito de la geopolítica. Es como el amor. A veces lo más impensable ocurre.
Visto en Asia, Buda y rollitos de primavera.
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