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Los rohingyas (2)

sábado, 29 de diciembre de 2012

Tras la I Guerra Mundial, la situación en el Raj británico empezó a agitarse. Resultaba evidente que el viejo orden colonial era insostenible. En 1935 se introdujeron importantes cambios en la administración colonial. El principal para los birmanos es que la administración de Birmania se separó de la de la India en 1937. La Government of Burma Act de 1935 dividía Birmania en la Birmania propiamente dicha, donde las nuevas autoridades provinciales ejercerían sus poderes plenamente, y determinadas regiones donde etnias no birmanas eran mayoritarias y que en general estaban menos desarrolladas, en las cuales las autoridades locales gozarían de algunos poderes específicos. Una de esas regiones era la parte interior y montañosa de Arakan, denominada en la Ley Arakan Hill Tract.

En algunas páginas web que simpatizan con los rohingyas, se afirma que hubo protestas en Arakan ante los cambios en la administración colonial, ya que no querían incorporarse a Birmania, sino a la India. Tengo mis dudas de que hubiese estas protestas. Si las hubo, no debieron de tener mucho alcance. Estudios más académicos y, en principio, imparciales no las mencionan. Por otra parte, existió un proyecto denominado Crown Colonial Scheme que trató de corregir el perjuicio que la nueva delimitación fronteriza entre la India y Birmana ocasionaría a algunas minorías étnicas. Pues bien, sus defensores tenían en mente a las etnias chin, kachin y naga y para nada a los rohingyas o a los rakhine.

En cambio, de lo que sí eran conscientes los británicos era de que la inmigración india a Birmania había causado muchísima animadversión. En 1939 el Gobernador de Birmania designó una Comisión de Investigación para que estudiase la cuestión a la vista de los disturbios entre las dos comunidades que se habían producido el año anterior.

La Comisión constató que los birmanos tenían serios recelos de la inmigración india a la que responsabilizaban de su situación de desempleo o subempleo. Resulta interesante que el informe de la Comisión en ningún momento menciona a los rohingyas, limitándose a decir que “había una comunidad musulmana arakanesa asentada desde hacía tanto tiempo en el Distrito Akyab (Sittwe) que debía considerarse a todos los efectos como una raza indígena.” El informe también señala que los arakaneses estaban inquietos por la penetración de gentes de Chittagong, de la que recelaban tanto ellos mismos como los propios chitagongios que vivían en Arakan. El informe concluía que la inmigración desde Chittagong debía frenarse, ya que podía ser el germen de futuros conflictos comunitarios y proponía que se controlase la frontera entre Chittagong y Arakan.

Los censos de 1911 y 1921 y el informe de la Comisión de Investigación llevan a la conclusión de que para los británicos no existía una etnia rohingya como tal. Eran conscientes de que había comunidades musulmanas establecidas en Arakan, que estaban emparentadas con las que vivían en Chittagong. Parecería que tenían cierta dificultad para determinar si debían de ser consideradas como indias o birmanas, aunque se inclinaban más bien por lo primero.

En 1942 Japón conquistó Birmania. El movimiento nacionalista birmano cuyo principal líder era Aung San, el padre de Aung San Suu Kyi, era aliado de los japoneses y desprendía un cierto tufillo o más bien un hedor a fascismo. Apenas se hubieron ido los británicos, los birmanos empezaron a acosar a los indios. Amitav Ghosh ha contado en su novela “El Palacio de Cristallas penalidades que los indios tuvieron que sufrir.

Las tensiones intercomunitarias también se extendieron a Arakan, donde adquirieron tintes dramáticos. Las cifras que veo más repetidas son que en las matanzas que se produjeron a finales de marzo de 1942 murieron 100.000 rohingyas, es decir, aproximadamente la mitad de la comunidad, y que 80.000 tuvieron que huir a Chittagong. 294 pueblos rohingyas habrían quedado totalmente arrasados. Aunque la cifra de 100.000 la he visto repetida en muchísimos sitios, tengo la sospecha de que está bastante inflada. Si diésemos por buena esa cifra y el hecho de que representaba la mitad de la comunidad, eso supondría que los rohingyas se habrían multiplicado por ocho (hoy se calcula que son unos 800.000) en los setenta años que han pasado desde entonces. Mucha reproducción a lo conejo me parece ésa. Es cierto que hubo matanzas y muertos, pero los números habría que reducirlos bastantes. Y además señalar que también hubo arakaneses muertos a manos de bengalíes. En la Historia de Birmania nunca nadie es enteramente bueno ni malo.

Lo sucedido en Arakan al menos benefició a alguien: a los británicos. El frente con los japoneses más o menos pasaba por la separación entre Arakan y Bengala y tenían la ventaja que del lado japonés de la separación contaban con simpatizantes, los musulmanes arakaneses, mientras que los japoneses no contaban con una quinta columna equivalente. Dentro de las muchas promesas incumplidas e incumplibles que los británicos formularon durante la guerra, estuvo la que les hicieron a los rohingyas de que crearían un Área Nacional Musulmana en el norte de Arakan. Cuando el final de la guerra empezó a vislumbrarse en el horizonte, se olvidaron de esa promesa.

La II Guerra Mundial dejó muchas heridas en las relaciones interétnicas en toda Birmania, no sólo en Arakan. La mayoría étnica birmana mostró lo que puede dar de sí el nacionalismo cuando se tiñe de xenofobia, etnicismo y unas cuantas gotas de fascismo. Sin embargo, los británicos al reconquistar Birmania de los japoneses comprendieron que no podían ponerse a la contra al grupo que representaba los dos tercios de la población y prepararon la vía hacia la independencia de una Birmania unida en la que inevitablemente los birmanos serían los que mandasen.

El líder de la independencia Aung San era el único líder birmano en el que las minorías confiaban algo. En febrero de 1947 Aung San, que presidía el gobierno birmano que debía conducir el país a la independencia, firmó el Acuerdo de Panglong con las minorías shan, kachin y chin, por el que se les reconocía la autonomía en la gestión de sus asuntos. Era un acuerdo que sentaba las bases de una Birmania plural y que se ajustaba con realismo a la realidad étnica del país. Desgraciadamente nunca sabremos lo que habría podido dar de sí, porque Aung San fue asesinado cinco meses después, antes de la declaración de independencia, y no tuvo ocasión de aplicarlo. Cuando Birmania alcanzó la independencia el 4 de enero de 1948, casi inmediatamente estallaron en sus fronteras insurgencias de las minorías étnicas que no veían nada claro eso de integrarse en un Estado dominado por la mayoría birmana

Ya antes de la independencia y al igual que otras etnias, los rohingyas, que aún no se habían identificado con ese apelativo, constituyeron en 1946 bajo el liderazgo de Jaffar Kawal la Organización de Liberación Musulmana, que dos años después cambió su nombre por el de Partido Mujahid. Los musulmanes originarios de Chittagong, por su parte, organizaron la Liga Musulmana del Norte de Arakan y pidieron su inclusión en el futuro Pakistán. Ali Jinnah que ya tenía bastantes problemas lidiando con la India, no quiso tener un dolor de cabeza adicional y les dijo que muy bien, que encantado de haberles conocido, pero que su sitio estaba en Birmania.

En junio de 1948 el recién redenominado Partido Mujahid dirigió una carta al gobierno birmano en la que enumeró sus demandas. Quería que se constituyese un Hogar Nacional Musulmán en el norte de Arakan y que el urdu se reconociese como el idioma nacional de los musulmanes arakaneses y se enseñase en las escuelas. Esta segunda petición resultaba bastante descabellada: el urdu era el idioma oficial de Pakistán y muy pocos lo hablaban tanto en la región como en la vecina Bengala. También pedían que los musulmanes de Arakan fueran reconocidos como una de las nacionalidades del país, su partido reconocido legalmente y se concediera una amnistía a sus militantes detenidos. Leyendo sus demandas, parecería que en aquel momento los rohingyas, término que todavía no se había generalizado, no tenían clara su identidad étnica. Lo que primaba era su condición de musulmanes y muchos se sentían más próximos a los bengalíes que a sus compatriotas birmanos.

Como en muchas otras regiones fronterizas de Birmania, estalló la insurrección. La situación era tan confusa que el Partido Mujahid estableció un acuerdo con un grupo de rebeldes rakhines para dividirse la región una vez que hubieran expulsado al ejército birmano. El Partido Mujahid en todo caso no consiguió el apoyo de todos los musulmanes de la región. Militarmente no fue una amenaza demasiado seria. Si la insurgencia no fue definitivamente aplastada hasta 1954 no fue tanto por su fortaleza como por el hecho de que las fuerzas armadas birmanas habían estado demasiado ocupadas luchando contra otras insurgencias en otras partes del país. Los insurgentes derrotados o bien huyeron a Bengala o bien se dedicaron al bandidaje y al contrabando.

Muchos piensan que fue la insurgencia de 1948-1954 la que hizo que finalmente emergiera una identidad rohingya. Un poco como ocurrió en Yugoslavia, donde el apelativo “bosnio” designaba simplemente al serbio de religión musulmana y apenas tenía una connotación étnica, algo que cambió como consecuencia de la guerra de Bosnia. Tras la insurgencia, hasta los musulmanes más moderados pedían que se concediese la autonomía a los distritos de Maungdaw y Butidaung y se les permitiese tratar directamente con Rangún, sin pasar por las autoridades provinciales de Arakan.

En la segunda mitad de los 50, la suerte de los rohingyas cambió. En la compleja política de esos años, el Primer Ministro U Nu se encontró con que necesitaba los votos de los diputados musulmanes para sobrevivir en un momento en el que los diputados rakhines se habían alineado con la oposición. Prometió que concedería la nacionalidad birmana a los “musulmanes bengalíes” en Birmania, concedió una amnistía a los insurgentes mujahids que dejasen las armas y creó el Área de la Administración Fronteriza de Mayu, una región administrativa especial que cubría los distritos de Maungdaw, Buthidaung y Rathidaung Occidental y que era gobernada directamente desde Rangún, puenteando a las autoridades provinciales de Sittwe. Se trataba de un gobierno militar ad hoc, no de un gobierno autónomo, pero los musulmanes del distrito preferían eso a ser gobernados por sus vecinos rakhines. Además se reconoció a los rohingyas como etnia nacional del país y en 1961 había un servicio de noticias en rohingya en la radio oficial.

Pero en la tumultuosa Birmania democrática de finales de los cincuenta, las buenas noticias nunca duraban mucho. En 1962 el General Ne Win dio un golpe de estado y se terminaron las buenas noticias para los rohingyas. Ne Win tenía una idea unitaria del Estado y la base ideológica que escogió para su régimen fue una mezcla de socialismo y nacionalismo birmano con el recurso regular al budismo theravada para taparse las vergüenzas. Evidentemente, en este esquema no había sitio para los rohingyas. Por cierto que en este punto hay que reconocer que al resto de los birmanos, incluidos aquéllos opuestos a Ne Win, les importaba muy poco lo que pudiera pasarles a los rohingyas.

Segunda parte de un extenso e interesante artículo de Tiburcio Samsa en su blog, Asia, Buda y rollitos de primavera.
También hemos publicado la primera y tercera partes.

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