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Birmania, de ghetto a Eldorado

viernes, 13 de abril de 2012

Después de décadas de aislamiento, el país asiático rico en recursos naturales y con una ubicación estratégica entre China e India se ha abierto a Occidente.
 
Soe Thane desentonó un poco a fines de enero en las nieves de Davos. No tenía un buen par de zapatos, aunque se le veía a gusto con camisa blanca y longyi, el largo faldón tradicional que usan los hombres en Birmania.

Pero para él y su colega Thaung Lwin, viceministro de transporte ferroviario, fue un gran día: nunca antes el Foro Económico Mundial había recibido a miembros del gobierno birmano. A quien se conocía más bien era a la premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, hasta hace poco a merced de sus carceleros.

Pero, qué importa. Puede ser que Birmania no tenga buena ropa, una buena industria o un buen sistema de transporte, pero sus representantes llegaron con un mensaje: Birmania se abre. Open for business: los negocios ya pueden entrar. Y la música del mensaje resonó deliciosamente en los oídos de los inversionistas. Al punto de hacer sonreír a Soe Thane.

Mientras, una delegación del Fondo Monetario Internacional (FMI) concluía en su país una misión de estudio de dos semanas con un veredicto entusiasta: Birmania, país con un fuerte potencial de crecimiento tiene una ocasión histórica” para acelerar su desarrollo. Mejor aún: si el país sabe sacar provecho de sus ventajas, sus recursos naturales, la juventud de su mano de obra y la proximidad de las económicas más dinámicas del mundo puede convertirse en el nuevo Eldorado de Asia.

¿Qué director de empresa extranjero, en estos tiempos de gran incertidumbre económica, puede permanecer frío frente a un mensaje como éste? Las economías emergentes se fortalecen y su mano de obra pasa a ser más cara. Si la nación se abre, Birmania aparece como una de las últimas gangas del planeta, en espera de un hipotético cambio radical en Corea del Norte.

Aislada del mundo desde hace medio siglo por un dictador loco cuando el general Ne Win decidió abrir la vía birmana al socialismo” y puso de rodillas al país más rico de la región, Birmania está saliendo finalmente de su propio ghetto y desarrolla sus tesoros: gas, petróleo, los llamados “metales raros”, pesca, madera, suntuosas playas vírgenes, una situación geográfica excepcional entre China e India y una población de 60 millones de habitantes.

Bajo el impulso de un ex general, Thein Sein, primer ministro devenido presidente y golpeado por un repentino acceso de lucidez, se dio inicio a una serie de reformas políticas y económicas. Símbolo entre los símbolos, Aung San Suu Kyi, la admirable activista, fue elegida diputada el pasado 1 de abril.

El mismo día entró en vigor una medida: las autoridades lanzaron un nuevo sistema de tasa de cambio flotante de la moneda nacional, el kyat, hasta ahora regida por múltiples tasas y sobrevaluada respecto del dólar.

Esta medida es una de las tres reformas indispensables si el país quiere atraer a los inversionistas extranjeros. Las otras dos –reforma del comercio exterior y del sistema bancario– apenas están en sus inicios.

También hay que transigir con un sistema de licencias oscuras para la menor transacción y un embrión de capitalismo creado por hombres como Tay Za, el más rico del país, a quien los occidentales lo tienen vetado.

Todo está por construirse. Los transportes, los bancos, las telecomunicaciones. Un diplomático europeo describe así el escenario: “Los japoneses están listos para hacer desaparecer su deuda en tres semanas. Los chinos y los tailandeses, tienen una larga tradición de explotación de los recursos birmanos y de sus trabajadores. En cuanto a los británicos (ex colonizadores), pareciera que no están, pero ellos ya están ahí”.

Para los estadunidenses, la histórica visita de Hillary Clinton a Rangún, en noviembre, dio la señal. Como la petrolera francesa Total, Chevron también ha podido llegar a Birmania, pero otros le pisan los talones. Tendrán que enfrentarse a los chinos, que tienen importantes intereses en el país.

Los franceses no se precipitan, pero no van a quedarse atrás: un grupo como Accor, por ejemplo, no podría permanecer indiferente al fabuloso potencial turístico birmano.

En 2011, Birmania recibió 3 mil millones de dólares en inversiones extranjeras, es decir de 7 a 8 por ciento de su PIB, dos veces el promedio de la región. Este año se anuncia el doble.

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