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Privatizar para conservar el control

viernes, 8 de enero de 2010

Según se acerca Birmania a las elecciones que tendrán lugar en algún momento de este año, la junta militar que dirige el país sigue adelante con sus planes para transferir la propiedad de las industrias clave a empresas muy próximas a los generales. El miércoles los periódicos estatales informaban que la segunda empresa de minería del país, dependiente del Ministerio de Minas, ha firmado un contrato con la empresa privada DELCO Co Ltd para repartirse las cuotas de estaño y wolframio de la mina Kanpauk, en el sur de Birmania.

Aunque se sabe poco de la propiedad de DELCO, la compañía está en la lista de sancionadas por el Reino Unido, junto con otros 1.225 negocios que está dirigidos por los generales de más alto rango o por sus amiguetes. Es a su vez una de las cuatro firmas privadas que han firmado recientemente un acuerdo de construcción, explotación y transferencia de energía hidráulica en Birmania.

Algunos analistas han sugerido que la junta ha comenzado a privatizar la generación de energía como un modo de dirigir la escasa energía del país. A pesar de los abundantes recursos energéticos, el consumo de energía doméstico está muy atrasado con respecto a los países vecinos debido a la falta de infraestructuras y décadas de malos manejos económicos.

Aumentar el acceso a la electricidad es una pieza básica en el desarrollo económico de Birmania. De momento, sin embargo, los hogares de Rangún y Mandalay solo reciben seis horas de electricidad al día, mientras que las factorías reciben 12 horas al día. La gente y los negocios en otros áreas generalmente se apoyan en sus propios generadores diesel para conseguir la electricidad que necesitan.

El 31 de diciembre, el periódico estatal Myanma Ahlin informó de que el régimen ha concedido un gran contrato para la construcción de dos plantas hidroeléctricas a una compañía de la que es propietario Tay Za, el hombre de negocios más rico de Birmania y un estrecho colaborador del Generalísimo Than Shwe, máximo dirigente del régimen.

El mismo día, el portavoz oficial en inglés, La nueva luz de Myanmar, anunciaba los planes energéticos de la junta para largo plazo: "con el objetivo de aumentar el suministro de más electricidad y contribuir a construir una nación industrializada, el Ministro de Energía Eléctrica ha adoptado un plan estratégico a 30 para el desarrollo a largo plazo de la electricidad así como la realización de proyectos hidroeléctricos en línea con planes a más corto plazo de 5 años".

En cualquier caso, algunos observadores dicen sospechar que el reciente esfuerzo para aumentar la capacidad energética del país tiene más que ver con el objetivo a corto plazo de la junta de asegurar su victoria en las próximas elecciones.

"La gente está harta de la escasez de electricidad. No pueden conseguir ni extraer agua por culpa de la falta de electricidad. Si el gobierno militar puede resolver este problema, la gente lo apreciará", dice un periodista de Rangún que habló anónimamente.

La privatización de los recursos energéticos birmanos también ayuda a asegurar que la actual élite pueda mantener el control de este sector clave de la economía tras las elecciones, cuando, bajo la nueva Constitución, los gobiernos elegidos localmente podrán manejar y distribuir electricidad desde pequeñas y medianas plantas eléctricas. Al transferir la propiedad de estas plantas a compañías dirigidas por los militares o por gente conectada con ellos, "los generales se aseguran que las firmas estatales están firmemente en su mano antes de las elecciones y la transición", según un hombre de negocios anónimo de Rangún.

La Constitución de 2008 contiene previsiones similares para proporcionar a los estados y divisiones el derecho de manejar sus recursos mineros y forestales. En cualquier caso, desde 2006, un número cada vez mayor de empresas estatales han pasado el control de estos sectores a manos privadas.

Según las estadísticas oficiales, 380 pequeñas minas de oro han sido parcial o totalmente privatizadas en los últimos años, en tanto que más de 500 minas de rubí y jade de los estados Shan y Kachin, de la divisiones Sagaing y Mandalay, incluyendo las conocidas minas Mogok y Mongshu, han pasado a manos privadas.

"Hablando de un modo general, levantar la mano estatal de los negocios es bueno para la economía de mercado y una parte de la liberalización de la economía birmana. Pero el problema es que todo va a parar a manos de empresas de los militares y de sus amigos", dice un investigador economista birmano de Rangún, también de manera anónima. Al retener el control de las más grandes empresas tras el periodo electoral, los generales podrán también ejercitar una gran influencia sobre sus sucesores políticos, añadió. "Por ejemplo, si las compañías de los generales y sus socios pueden manipular el sector energético, esto les dará una poder sobre los futuros gobiernos", dijo.

Con los generales dirigiendo desde líneas aéreas y medios de comunicación hasta minas y plantas hidroeléctricas, muchos observadores birmanos son escépticos sobre las afirmaciones del régimen de su intención de liberalizar la economía. También apuntan a la falta de transparencia como un impedimento mayor a la posibilidad cualquier mejora en la economía del país a largo término.

"No hay una ley que regule de manera sistemática la privatización. En cada caso los generales simplemente han emitido órdenes que garantizan la propiedad a un amigo de la junta", dice Aung Thu Nyein, un investigador economista birmano con base en Tailandia.

Esto incita a comparaciones con la situación en Rusia, donde la privatización post-soviética de hace 20 años concentró la riqueza económica del país en las manos de una docena de oligarcas bien conectados.

"¿La privatización en Birmania? ¿Quién se queda con las compañías? Debemos aprender las lecciones rusas" dice un economista bien conocido en Rangún.

Visto en BurmaNet News.

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