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Quintana de visita en Birmania

martes, 17 de febrero de 2009

El abogado argentino Tomás Ojea Quintana, Comisionado Especial de la ONU para los Derechos Humanos en Birmania, ha vuelto al país; una visita de 6 días que comenzó el pasado 14 de febrero.

Después de que los dictadores birmanos negasen por última vez la entrada a su antecesor, Pinheiro, y tras el último y demoledor informe de este, Ojea Quintana le subsituyó y realizó su primera visita en agosto cuando consiguió entrevistarse con monjes y miembros de la oposición democrática.

El objetivo de Ojea Quintana es el de evaluar cómo se ha desarrollado la situación de los derechos humanos desde su última visita, el verano pasado. También desea tratar con oficiales del gobierno el modo de llevar a cabo los cuatro elementos fundamentales que recomendó en su última visita y que indicó que deberían estar completados antes de las elecciones previstas para 2010, a saber: revisión de las leyes locales para asegurar el cumplimiento de los estándares internacionales en lo que a derechos humanos se refiere, así como su reflejo en la Constitución; progresiva liberación de los presos de conciencia; educación sobre los derechos humanos para reformar el ejército; y la independencia de la judicatura.

Ojea Quintana ha pedido reunirse en privado con prisioneros de conciencia así como líderes de los partidos políticos. También pretende viajar a los estados Rakhine, Kayin y Kachin.

El domingo voló al Estado Karen y pudo reunirse con miembros del Ejército Budista Democrático Karen (Democratic Karen Buddhist Army, DKBA en sus siglas en inglés), un grupo de antiguos insurgentes Karen que se separó de la Unión Nacional Karen (Karen National Union, o KNU), quienes aún mantienen la lucha armada, para acercarse al régimen dictatorial.

También ha vistiado la prisión de Pa-an, la cual ha sido remozada con este motivo, así como la infame prisión de Insein, pudiéndose entrevistar en ambos casos con diferentes presos políticos, aunque se desconocen los nombres de estos.

Entre tanto, el día a día demuestra claramente el menoscabo que sufren los derechos humanos en Birmania. Por ejemplo, el desprecio hacia las minorías étnicas, como los Rohingya, pues el consulado birmano en Hong Kong dice que los Rohingya no son birmanos. No saben cómo quitarse este muerto de encima. O, por ejemplo, con el tratamiento que le dan a Aung San Suu Kyi. A pesar de que la propia Ley birmana exigía su puesta en libertad el pasado mayo, los dictadores birmanos decidieron prorrogar por un año más su arresto domiciliario. Ahora vuelven a prorrogarlo por otro año más Han prorrogado el arresto de Tin Oo, ayudante de Aung San Suu Kyi. De nada sirven las protestas como la llevada a cabo delante de la Embajada Birmana en Londres para conmemorar el Día de la Unión. Otro ejemplo, el uso de niños y niñas como soldados. O la condena a 15 años de Nyi Bu y Tin Min Htut, dos diputados de la Liga Nacional para la Democracia por escribir una carta a la ONU.

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