Se hace duro decir esto, pero no cambia nada. Todo el mundo está diciendo abiertamente que los generales birmanos están cometiendo un genocidio sobre su propio pueblo; se les acusa de crímenes contra la humanidad; se les presiona políticamente; se despliegan barcos de guerra británicos en la zona; la ONU pide un corredor aéreo; envían al Primer Ministro de Tailandia a dialogar con los dictadores; los birmanos piden una invasión; si no hay invasión, por lo menos que se hagan incursiones aéreas para dejar caer la ayuda desde el aire; pero no pasa nada.
Entre tanto, cada loco con su tema; los dictadores han ordenado a los monjes que no ayuden a la gente, que no alberguen refugiados en sus conventos, pero los monjes hacen caso omiso; conceden algún visado, a miembros importantes de la Unión Europea; pero la propaganda sigue: se prepara la segunda parte del referéndum, para aquellos sitios en los que no se pudo celebrar el pasado sábado; todo tiene un límite: la gente está atacando a militares y oficiales por alimento en Rangún.
El Nargis ha desaparecido ya de los telediarios españoles.
Y el tiempo pasa.
Entre tanto, cada loco con su tema; los dictadores han ordenado a los monjes que no ayuden a la gente, que no alberguen refugiados en sus conventos, pero los monjes hacen caso omiso; conceden algún visado, a miembros importantes de la Unión Europea; pero la propaganda sigue: se prepara la segunda parte del referéndum, para aquellos sitios en los que no se pudo celebrar el pasado sábado; todo tiene un límite: la gente está atacando a militares y oficiales por alimento en Rangún.
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