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China, Birmania, EEUU, India...

lunes, 14 de abril de 2008

Para entender qué está pasando con China y por qué, es necesario retroceder un poco en el tiempo y fijar nuestra atención en la “movida” del verano pasado. Nos referimos a la “Revolución Azafrán” contra el gobierno de Birmania. De todos los análisis a los que tuvimos acceso, el más interesante -a nuestro juicio- fue un pequeño trabajo de F. William Engdahl, investigador del Centre for Research on Globalization (CRG), publicado en su sitio web en octubre del año pasado y que reproducimos a continuación en español (*).

La “Revolución Azafrán” en Birmania: La geopolítica detrás del movimiento de protesta
Hay hechos y hechos. En primer lugar, es un hecho que pocos pondrán en duda, que la dictadura militar del hermético general Than Shwe ocupa un lugar principal entre las tiranías del mundo. También es un hecho que Birmania tiene uno los estándares de vida más bajos del mundo. Como resultado del absurdo aumento de entre 100% y 500% en el precio de la gasolina y de otros combustibles decretado en agosto, el poder adquisitivo colapsó de manera dramática.

La “medicina económica” del FMI
Extraoficialmente se calcula que la inflación, que ha sido el disparador nominal de las protestas masivas lideradas por los monjes de túnicas azafrán, ha aumentado en un 35%. Irónicamente, el plan para aumentar los precios de la energía se puso en práctica con la bendición del FMI y del Banco Mundial.

La ONU calcula que la población de alrededor de 50 millones de habitantes gasta hasta un 70% de sus ingresos mensuales sólo en comida. El reciente aumento del precio del combustible, resultado directo de las reformas patrocinadas por el FMI, hace que la situación sea insoportable para decenas de millones.

Birmania también está metida hasta el fondo en el negocio mundial de narcóticos; tanto, que sólo estás detrás del Afganistán de Hamid Karzai como fuente de heroína y se dice que es el mayor productor de anfetaminas del sureste asiático. Está claro que esta situación puede ser la mecha para que explote una protesta social contra el régimen.

También es un hecho que la junta militar de Birmania está en la mira de Condi Rice y del gobierno de Bush por sus actos represivos. ¿Es que Bush ha cambiado de parecer de repente o detrás de los llamados de Washington a imponerle al régimen sanciones económicas y políticas severas existen planes menos transparentes?

Detrás de las imágenes de ríos de monjes vestidos con túnicas azafrán que marchan por la calles de Rangún pidiendo más democracia mostradas por CNN, se desarrolla una importante batalla geopolítica.

Los principales actores
La tragedia de Birmania, cuyo territorio ocupa un área similar al Texas de George W. Bush, es que su población se está utilizando como utilería humana en el drama escrito en Washington por el National Endowment for Democracy (NED), el Open Society Institute de George Soros, la Freedom House y el Albert Einstein Institution de Gene Sharp, éste último un instrumento de la inteligencia de EEUU utilizado para iniciar cambios “no violentos” de regímenes en todo el mundo que beneficien los planes estratégicos de EEUU.

La “revolución azafrán” de Birmania, al igual que la “revolución naranja” de Ucrania, la “revolución rosa” de Georgia y las distintas revoluciones de colores instigadas en años recientes contra países estratégicos vecinos de Rusia, es un ejercicio de cambio de régimen orquestado en Washington hasta en sus más mínimos detalles, como las protestas “rápidas y sorpresivas” con “enjambres” de budistas de túnicas azafrán, blogs de internet, mensajes de texto entre los grupos de manifestantes, células de protesta bien organizadas que se dispersan y mutan. Durante una transmisión realizada en septiembre, CNN cometió la pifia de mencionar la presencia activa de la NED detrás de las protestas en Birmania.

De hecho, el Departamento de Estado ha admitido que apoya las actividades de la NED en Birmania. La NED es una entidad “privada” financiada por el gobierno de EEUU, cuyas actividades están concebidas para apoyar los objetivos de la política exterior de ese país, haciendo hoy lo que hizo la CIA durante la Guerra Fría. La NED, por su parte, financia al Open Society Institute de Soros que promueve el cambio de régimen en Birmania. En un comunicado de prensa fechado 30 de octubre de 2003, el Departamento de Estado admitió que “EEUU también apoya organizaciones como el National Endowment for Democracy, el Open Society Institute e Internews, las cuales trabajan dentro y fuera de la región en un amplio espectro de actividades que tienen por objeto promover la democracia.” Tanta modestia y nobleza del Departamento de Estado, ¿será cierta?

En realidad, el Departamento de Estado de EEUU ha reclutado y entrenado a líderes claves de numerosas organizaciones antigubernamentales. Al menos desde 2003 ha entregado a la NED la suma relativamente elevada (para Birmania) de más de 2,5 millones de dólares anuales para actividades relativas a la promoción del cambio de régimen en ese país. Según informes confiables, el cambio de régimen apoyado por EEUU, su “revolución azafrán”, se maneja desde el Consulado General de EEUU en la vecina ciudad de Chaing Mai, en Tailandia. Allí se reclutan activistas y se envían de vuelta a Birmania para organizarse. La NED admite que ha dado fondos a los medios de oposición, entre ellos el diario New Era Journal, la revista Irrawaddy y la emisora de radio Democratic Voice of Burma.

Quien dirige las tácticas del cambio de régimen sin violencia protagonizado por los monjes de azafrán es Gene Sharp, el fundador de una organización con un nombre engañoso, la Albert Einstein Institution, que tiene su sede en Cambridge, Massachusetts, y que fue fundada por la NED para fomentar los cambios de regímenes por otros favorables a EEUU en lugares clave del mundo. El instituto de Sharp ha estado trabajando en Birmania desde 1989, justo después de que el gobierno masacró 3.000 manifestantes para silenciar a la oposición. El agente especial de la CIA y antiguo agregado militar de EEUU en Rangún, el coronel Robert Helvey, experto en operaciones clandestinas, introdujo a Sharp en Burma en 1989 para que entrenase a la oposición en la estrategia de la no violencia. Curiosamente, Sharp también estuvo en China dos semanas antes de los dramáticos sucesos de la Plaza de Tiananmen.

¿Por qué Birmania ahora?
Una pregunta que vale la pena plantearse es por qué el gobierno de EEUU está tan interesado en alentar el cambio de régimen en Birmania justamente ahora. Obviamente, podemos desechar la idea de que se debe a su genuina preocupación por la democracia, la justicia y los derechos humanos de los oprimidos de ese país. Iraq y Afganistán son prueba muy clara de que las loas a la democracia por parte de Washington no son más que propaganda para encubrir otros fines.

Hay que preguntarse a qué se debe el interés en un lugar tan remoto como Birmania. El control geopolítico parece ser la respuesta. El control de las estratégicas rutas de navegación que van desde el Golfo Pérsico hasta el Mar del Sur de China. La costa de Birmania proporciona acceso marítimo muy cercano a una de las rutas de navegación más estratégicas, el estrecho de Malaca, el angosto paso entre Malasia e Indonesia.

Desde el 11 de septiembre de 2001, el Pentágono he tratado de militarizar la región con el argumento de defenderla contra posibles ataques terroristas. EEUU ha logrado hacerse de una base aérea en Banda Aceh, la Base de la Fuerza Aérea Sultán Iskandar Muda, en el extremo norte de Indonesia. Los gobiernos de la región, incluyendo el de Birmania, sin embargo, han rechazado firmemente los esfuerzos de EEUU por militarizar la región. Una simple mirada al mapa confirma con claridad de importancia estratégica de Birmania.

El estrecho de Malaca, que une los océanos Índico y Pacífico, es la ruta marítima más corta entre el Golfo Pérsico y China, y es el cuello de botella clave de Asia. Más del 80% de las importaciones de petróleo de China son transportadas por buques petroleros que transitan por el estrecho de Malaca. El punto más angosto es el canal de Phillips, en el estrecho de Singapur, que en su punto más estrecho mide sólo 2,4 kilómetros. Más de 12 millones de barriles de petróleo transitan por esta estrecha vía en supertanqueros, la mayor parte en ruta hacia el mercado de energía de mayor crecimiento del mundo, China, o hacia Japón.

Si se cerrase el estrecho, aproximadamente la mitad de la flota mundial de buques petroleros tendría que hacer un recorrido más largo. El cierre aumentaría de inmediato las tasas de los fletes en todo el mundo. Más de 50.000 buques al año transitan por el estrecho de Malaca. La región comprendida entre Birmania y Banda Aceh en Indonesia se está convirtiendo rápidamente en uno de los cuellos de botella más estratégicos del mundo. Quien controle estas aguas controla el suministro de energía de China.

Pekín también conoce la importancia estratégica de Birmania. Desde que China se dio cuenta de que EEUU estaba decidida a militarizar unilateralmente los campos petroleros de Oriente Próximo en 2003, Pekín ha reforzado su compromiso con Birmania. Lo que motoriza esta política es la seguridad energética y militar de China, no los derechos humanos.

En años reciente Pekín ha invertido miles de millones de dólares en asistencia militar a Birmania, lo que incluye aviones de combate, de ataque a tierra y de transporte, tanques y vehículos blindados para transporte de personal, barcos de guerra y cohetes tierra-aire. China ha construido vías férreas y carreteras en Birmania y obtuvo permiso para estacionar sus soldados en ese país. China, de acuerdo con fuentes de defensa de India, también ha construido una gran instalación de vigilancia electrónica en las Islas Coco de Birmania y está construyendo bases navales para acceder al océano Índico.

De hecho, Birmania es parte integrante de lo que China denomina su “collar de perlas”, su plan estratégico de establecer bases militares en Birmania, Tailandia y Camboya para contrarrestar el control que ejerce EEUU sobre el estrecho de Malaca. Además, en Birmania y en su mar también hay energía, y mucha.

Los yacimientos de gas de Birmania
Birmania ha producido petróleo y gas desde que los británicos establecieron en 1871 la Rangoon Oil Company, luego llamada Burmah Oil Co. El país ha producido gas natural desde la década de 1970, y en la década de 1990 otorgó concesiones de gas en el golfo de Martaban a las compañías ElfTotal de Francia y Premier Oil del Reino Unido. Más tarde otorgó concesiones a Texaco y Unocal (ahora Chevron) en Yadana y Yetagun. Se calcula que sólo en Yadana hay reservas de más de 5 billones de pies cúbicos de gas que, según se pronostica, tardarán al menos 30 años en agotarse. Se calcula que Yetagun tiene alrededor de una tercera parte del gas del yacimiento de Yadana. En 2004 se descubrió un importante yacimiento de gas costa afuera en Arakan.

En el año 2002 Texaco y Premier Oil se retiraron del proyecto Yetagun debido a las presiones del gobierno del Gran Bretaña y de algunas ONG. La compañía Petronas de Malasia compró la participación del 27% que tenía Premier. En 2004, Birmania exportaba a Tailandia, vía gasoducto, gas proveniente de Yadana por un valor anual de mil millones de dólares.

En 2005, China, Tailandia y Corea del Sur hicieron inversiones para ampliar el sector de petróleo y gas de Birmania, con lo que las exportaciones de gas a Tailandia aumentaron en un 50%. Hoy en día, la exportación de gas es la principal fuente de ingresos de Birmania. El yacimiento de Yadana fue desarrollado de manera conjunta por ElfTotal, Unocal, PTT-EP de Tailandia y MOGE, la estatal birmana operada por la francesa ElfTotal. Yadana suministra alrededor del 20% de las necesidades de gas natural de Tailandia.

Actualmente, el yacimiento de Yetagun es operado por la malaya Petronas junto con MOGE, la japonesa Nippon Oil y PTT-EP. El gas es transportado por tubería a tierra donde se une con el gasoducto de Yadana. El gas del yacimiento Shwe estará disponible a principios de 2009. China e India han tenido fuertes disputas respecto a las reservas de gas del yacimiento de Shwe.

India pierde, China gana
El verano pasado Birmania firmó un Memorándum de Entendimiento con PetroChina para suministrarle grandes cantidades de gas natural proveniente del yacimiento de Shwe en la bahía de Bengala durante 30 años. El principal perdedor en esta negociación fue India, ya que anteriormente Birmania le había otorgado una importante participación en dos bloques costa afuera para producir gas que sería transportado, a través de un gasoducto que atraviesa Bangladesh, hasta la India y su economía necesitada de energía. Sin embargo, los conflictos políticos entre India y Bangladesh hicieron que India suspendiese sus planes.

China se aprovechó de la situación y sacó a India del juego al ofrecerse a invertir miles de millones en la construcción de un estratégico oleoducto y gasoducto China-Birmania, desde el puerto de aguas profundas de Sittwe, en la bahía de Bengala, Birmania, hasta Kunming en la provincia de Yunnan, China, con una longitud de más 2.300 kilómetros. China también tiene planes de construir una refinería de petróleo de Kumming.

El oleoducto y el gasoducto China-Birmania permitirán transportar petróleo y gas desde África (Sudán, entre otras fuentes) y Oriente Próximo (Irán, Arabia Saudí) sin depender del vulnerable cuello de botella que representa el estrecho de Malaca. Birmania se convertirá en el “puente” que unirá a China con Bangladesh y los países situados al occidente de China continental, sin importar lo que Washington haga en el futuro para controlar el estrecho.

El peligroso cambio de alianza de India
Las razones por las que China toma estas precauciones son obvias. Desde que el gobierno de Bush decidió en 2005 reclutar a India a través del “Nuevo marco para la relación de defensa India-EEUU”, India ha sido conducida a una alianza estratégica con Washington para contrarrestar la influencia de China en Asia.

En un informe de octubre de 2002 titulado “’Relaciones Militares Indo-Estadounidenses”, la Oficina de Evaluaciones (Office of Net Assessments) del Pentágono señaló que la razón de la alianza India-EEUU en materia de defensa era tener un “socio capaz” que pudiese asumir “más responsabilidades por operaciones menores” en Asia, suministrar nuevas oportunidades de adiestramiento y “en última instancia, proporcionar un basamento y acceso para proyectar el poder de EEUU.” Washington también está negociando calladamente una base en territorio indio, una muy grave violación de la tradicional posición de India como país no alineado.

¿Proyectar el poder de EEUU contra quién? ¿Contra China, quizá?
El gobierno de Bush también le ha ofrecido a India levantar las sanciones nucleares por 30 años y venderle tecnología nuclear de punta, con lo que se legitimaría la violación del Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares por India, al mismo tiempo que acusa a Irán de violar ese mismo tratado, un ejercicio de hipocresía política, por decir lo menos.

Justo cuando los monjes de túnicas azafrán salían a las calles de Birmania, el Pentágono iniciaba los ejercicios navales conjuntos EEUU-India, “Malabar 07”, en los que también participaron las fuerzas armadas de Australia, Japón y Singapur. EEUU demostró el imponente poderío de su Séptima Flota al desplegar a los portaviones USS Nimitz y USS Kitty Hawk, los cruceros USS Cowpens y USS Princeton con cohetes de crucero guiados, y al menos cinco destructores con cohetes guiados.

Está claro que el apoyo de Washington a un cambio de régimen en Birmania y la creciente proyección del poder de Washington a través de India y de otros aliados en la región, son un factor que influye en la política de Pekín frente a la junta militar de Birmania. Como suele suceder actualmente, de Darfur a Caracas a Rangún, los llamados de Washington a defender la Democracia deben tomarse con una saludable dosis de escepticismo.
Traducido por Chelo Ramos (para rebelion.org).
El artículo original está en: www.globalresearch.ca/index.php?context=va&aid=7072
Visto en el blog de Uranium 235

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