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En busca del 'Made in Birmania'

viernes, 20 de mayo de 2016

La fábrica textil Shweyi Zabe,
a las afueras de Rangún (Birmania).
El sonido de las máquinas de coser no cesa ni un segundo en la fábrica textil Shweyi Zabe, a las afueras de Rangún. Centenares de mujeres permanecen concentradas en su labor. Unas realizan los patrones, otras cosen los bajos y, al final de cada línea de producción, las prendas se amontonan listas para ser planchadas y empaquetadas de manera impecable. El ritmo sólo para cuando alguien alza en su puesto de trabajo un cartel rojo con la letra 'M', indicando que ha habido algún fallo mecánico.


Parece imposible mantener una conversación con ellas e, incluso, irrespetuoso interrumpirlas. Al final, basta con aproximarse para que el amable carácter birmano haga su aparición. Soe Moe (38 años), con su rostro completamente impregnado de 'thanaka' -pasta amarillenta procedente de un árbol que se emplea a modo de cosmético-, afloja amablemente el ritmo para explicarnos: "Llevo cinco años trabajando aquí y estoy muy feliz". Aunque con timidez, también responde a las preguntas más incómodas: ¿Salario? ¿Condiciones de trabajo? ¿Horas extras? ¿Descansos?






Soe Moe (38), lleva cinco años
trabajando en esta compañía
Ante los numerosos titulares sobre las malas condiciones labores en las fábricas textiles de Asia, especialmente en Bangladesh, siempre surge la desconfianza. El salario de Soe Moe es de 180.000 kyats al mes (alrededor de 135 euros), su jornada laboral arranca a las 7.30 de la mañana y finaliza a las 17.30, con media hora de descanso para comer y no realiza horas extra. La fábrica es amplia, no se observan condiciones de hacinamiento, los empleados cuentan con una cocina y con baños higienizados. Eso sí, deben soportar los 40 grados de temperatura que caen sobre Birmania en el mes de abril y que se sienten especialmente en este recinto.


Birmania comenzó a despegar en el sector textil hace muy poco y lo está desarrollando a pasos agigantados, en gran parte gracias al fin de las sanciones impuestas por EEUU y los países de la Unión Europea. En 2014, alrededor de 60 nuevas empresas empezaron a operar en el país y se exportaron más de 1,5 billones de dólares, según datos de la Asociación de Fabricantes Textiles de Birmania (MGMA, por sus siglas en inglés). El 'top five' de los destinos de las prendas fueron Japón, Europa, Corea, China y EEUU.


El reciente estudio del Real Instituto Elcano 'Myanmar, la última frontera de la empresa española', en base a datos del Banco Mundial y reconocido por el World Economic Forum, subraya que el país se encuentra "entre las cinco economías con mayor potencial de los próximos años, con un crecimiento sostenido de cerca del 8% del PIB".


La población birmana está orgullosa de su industria textil y busca crear su propio 'Made in Birmania'. Los atractivos colores y los cuidados diseños, de los que siempre hace gala la líder de la Liga Nacional para la Democracia, Aung San Suu Kyi, impresionan a los occidentales, que poco a poco van confiando en la situación política del país para realizar sus inversiones. Las condiciones sociales también han mejorado, pero este país del sudeste asiático continúa siendo uno de los más pobres de la región, "con un ratio de pobreza del 25%, mayor que Camboya y Vietnam", tal y como especifica el informe del Real Instituto Elcano.








Empleadas de Shweyi Zabe
doblando y empaquetando la ropa
La MGMA lucha para que se cumpla el reglamento relativo al trabajo en la industria textil, como ocurre en Shweyi Zabe. La Secretaria General de la MGMA, Daw Khine Khine Nwe, confirma que las normas se cumplen en esta fábrica, pero también es realista: "El mercado es el que marca y todo negocio quiere sobrevivir". Aunque destaca la buena fe existente: "Todo está en el corazón y eso es lo que esperan los empleados".


Este organismo tiene grandes desafíos por delante. Las grandes marcas mundiales de ropa han puesto los ojos en este país y las condiciones labores podrían estar en peligro, tal y como denuncia Oxfam Intermón a través de su informe 'Fabricado en Birmania. ¿Pobreza arraigada o empleos decentes para los trabajadores de la industria textil?' Además, la ley vigente en este sector es de 1951 y las circunstancias del país han cambiado de manera meteórica en los últimos años. En la actualidad, el salario mínimo es de 3.600 kyats por una jornada de ocho horas, lo que se traduce en 2,7 euros al día y 0,33 euros la hora; si los empleados deciden trabajar horas extras, se pagan el doble; es obligatorio un descanso por cada cinco horas trabajadas; los domingos es el día libre; las vacaciones son de 21 días, establecidos oficialmente, etc. Si no se cumplen las normas, existen multas que pueden acabar con cárcel para el infractor.


Oxfam Intermón revela en su investigación que el salario mínimo resulta insuficiente para cubrir los costes de vida básicos y que esas condiciones escritas en la ley no siempre se cumplen. El texto destaca que algunos empleados de la industria textil trabajan hasta 11 horas al día, sin recibir más dinero por el tiempo extra y que la seguridad en las fábricas es un punto preocupante.


El motor de la educación

La fábrica de Shweyi Zabe forma parte del proyecto financiado por la UE Smart Myanmar, que apoya a las pequeñas y medianas empresas a alcanzar de manera sostenible el ansiado 'Made in Birmania'. Daw Aye Aye Han es junto a su marido, U Soe Than, propietaria de esta compañía, fundada en el 2000, que empezó con tres líneas de producción de camisetas y polos para el mercado americano y que hoy, con siete líneas y más de 300 empleados, es conocida por sus trajes de baño y prendas para niños.








Yadanae Moe (19), entró hace dos
años a trabajar en la fábrica
Para entrar a trabajar en Shweyi Zabe no se exigen estudios puesto que se capacita a los nuevos empleados, dándoles así una oportunidad laboral y de desarrollarse personalmente. Es el caso de Yadanae Moe (19), que entró hace dos años en la fábrica y que con este primer empleo se siente realizada. "Estudié secundaria [nivel inalcanzable para muchos en Birmania], pero no pude continuar. Tengo que cuidar de mi familia porque mis padres son mayores", explica.


La edad mínima para trabajar es otro de los dilemas. Por ley está prohibido que los menores de 15 años sean contratados en fábricas. La MGMA asume que es una regla difícil de cumplir, sobre todo cuando las propias familias necesitan que sus hijos trabajen para sobrevivir, pero a través de su página web se compromete firmemente a erradicar el trabajo infantil.








Daw Htay Htay Aye, hermana y
asistente de Daw Aye Aye Han
Daw Htay Htay Aye, hermana y asistente de Daw Aye Aye Han, pide al Ejecutivo mayor financiación y apoyo. "Ahora tenemos muchos inversores de otros países y queremos apoyo financiero del Gobierno para poder competir con ellos. El negocio está creciendo y necesitamos invertir en máquinas y en mejorar los lugares de trabajo", detalla la también propietaria de otra fábrica textil en el marco de Smart Myanmar.


Para Oxfam Intermón el futuro de la industria textil en Birmania tiene dos caminos: ser el nuevo mercado 'low cost' o aprender de los abusos vividos en Bangladesh, Camboya o Indonesia. Todo un reto para el nuevo Gobierno, que deberá esforzarse si no quiere ser protagonista en el futuro de la cara mala del 'Made in Birmania'.



Bajo la sombra de Aung San Suu Kyi

El liderazgo de Aung San Suu Kyi ha sido recibido con ilusión por la población femenina de Birmania. Sin embargo, la participación de la mujer en la vida pública todavía deja mucho que desear, según recoge la UE en su informe final sobre las elecciones generales del 8 de noviembre de 2015. El texto remarca la existencia de "un amplio conjunto de normas consuetudinarias y religiosas que impone un tratamiento diferente a las mujeres, erosionando sus derechos personales en el ámbito del hogar y la familia". El Comité de Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) denuncia que esto genera desventajas y advierte de la existencia de violencia contra las féminas. Una de esas leyes otorga el poder a los funcionarios del Gobierno de restringir a las madres a dar a luz en intervalos de 36 meses. Observando las últimas elecciones, la UE destaca que "las mujeres representaron poco menos de 800 de los 6.000 candidatos". A pesar de todas las dificultades, Nan San San Win, de la Red de Libertad y Justicia para las Mujeres, asegura que "hay muchos movimientos contra estas leyes, muchas organizaciones de mujeres y cada vez son más fuertes".

Artículo y fotos de Núria López visto en El Mundo.

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La inmensa decepción de Aung San Suu Kyi

lunes, 16 de mayo de 2016

Suu KyiHay pocas decepciones mayores en los últimos años que Aung San Suu Kyi. Pasó 15 años en arresto domiciliario, internada por la dictadura militar de Birmania que había impedido que su partido obtuviera el poder obtenido en las urnas. En 1991, recibió el Premio Nobel de la Paz. Ahora dirige el Gobierno y en la primera crisis importante se ha alineado con el nacionalismo birmano más excluyente, el mismo que profesaban los militares que la mantenían encerrada, contra una minoría que profesa otra religión. Ya antes se había encerrado en el silencio o en la equidistancia para hablar de ese problema. Era una forma de congraciarse con los sectores más nacionalistas para no perjudicar sus opciones de llegar al poder.

Suu Kyi niega a la minoría musulmana rohingya incluso el derecho a usar ese nombre porque no los considera auténticos birmanos. Ha llegado a pedir al embajador de EEUU que no use ese término.


“No hay duda de que el Estado de Rajine, uno de los (estados) más pobres de Myanmar, es un complejo polvorín de resentimientos sectarios que exige las políticas más cautelosas. Pero eso simplemente no puede basarse en la perpetuación de la persecución sistemática y marginación de los rohingya en la vida política y social de Myanmar. Desde luego que no puede basarse en negar incluso el nombre a los rohingya.
En última instancia, no importa la razón por la que Aung San Suu Kyi no quiere que los norteamericanos utilicen la palabra rohingya. Lo que importa es que una mujer cuyo nombre ha sido sinónimo de derechos humanos durante una generación, una mujer que demostró un valor inquebrantable ante el despotismo, ha continuado con la política completamente inaceptable de los gobernantes militares a los que ella sucedió en el poder”.

Del informe de Amnistía Internacional sobre la situación de la minoría rohingya en 2015 y 2016:

La situación de la minoría rohingya siguió deteriorándose. La mayor parte de sus integrantes seguían privados de sus derechos como ciudadanos en virtud de la Ley de Ciudadanía de 1982, su derecho a la libertad de circulación continuaba gravemente restringido, tenían acceso limitado a cuidados de salud de importancia vital y se les negaban el derecho a la educación y la igualdad de oportunidades laborales. Se recibieron constantes informes sobre detenciones arbitrarias, tortura y otros malos tratos de rohingyas detenidos, así como de muertes bajo custodia a manos de las fuerzas de seguridad. Los observadores internacionales siguieron teniendo un acceso extremadamente limitado al estado de Rajine.
En febrero, el presidente anunció la revocación de todas las Tarjetas de Registro Provisional —también conocidas como “tarjetas blancas”—, con lo que numerosos rohingyas quedaron sin ningún documento de identidad. Esta medida impidió, de hecho, votar en las elecciones de noviembre a la población rohingya y a los demás titulares de la tarjeta. La exclusión de los rohingyas se acentuó aún más con la inhabilitación de casi todos los candidatos rohingya que solicitaron presentarse a las elecciones. También fueron inhabilitados muchos otros musulmanes por razones discriminatorias.
El deterioro de su situación impulsó cada vez a más rohingyas a abandonar Myanmar. Según el ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, se calculaba que durante el año 33.000 personas —tanto rohingyas como ciudadanos bangladeshíes— habían salido en barco desde la Bahía de Bengala. En mayo, al tomar la vecina Tailandia enérgicas medidas contra la trata, miles de personas —muchas de ellas rohingyas que huían de Myanmar— quedaron abandonadas a su suerte en el mar, en embarcaciones masificadas controladas por traficantes. Muchas de estas personas fueron golpeadas y tomadas como rehenes”.
Visto en Guerra Eterna, vía Meneame (dadle un meneo, por favor).

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