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El genocidio que olvidé contarles

lunes, 17 de diciembre de 2012

Con más medios de comunicación que nunca, y todo el poder de divulgación de Internet, el lector, oyente o espectador podría pensar que los periodistas les hemos contado lo más importante del año que termina. Pero más cantidad no significa más variedad o mejor criterio. La falta de recursos para viajar en tiempos de crisis, el seguidismo que hace que unos pocos medios marquen la actualidad -especialmente en la información internacional-, legítimas distracciones en un mundo con mucho que contar o el imparable avance de un periodismo ligero y de bajo coste han contribuido a dejar en el olvido historias que merecieron más espacio en 2012. Un genocidio, una guerra y la revuelta de un pueblo oprimido se encuentran entre ellas.

-El genocidio oculto: ¿Es posible que en pleno siglo XXI, en un mundo cada vez más interconectado y supuestamente informado, un genocidio pase desapercibido? Al parecer sí. Los musulmanes rohingya del oeste de Birmania han sido discriminados durante décadas, tienen negada la ciudadanía y han visto como se les imponían restricciones a la natalidad o el matrimonio para reducir su número. La supuesta violación de una joven budista a manos de tres rohingya desató en mayo la persecución implacable de una de las comunidades más maltratadas del mundo. Sus aldeas fueron quemadas, sus mujeres violadas y decenas de miles de personas expulsadas del país. La cadena Al Jazeera ha sido de los pocos medios que ha cubierto en profundidad la crisis, en especial con su documental El Genocidio Oculto. Mi periódico fue de los que no prestaron atención a esos intentos de eliminar a todo un pueblo, principalmente por la negligencia de su corresponsal en Asia. Es decir, mía. Asumí que la historia no interesaba y renuncié a persuadir a mis jefes de la necesidad de viajar a Birmania. Mi dejadez impidió a miles de lectores conocer lo que estaba pasando y, peor aún, negó a quienes estaban siendo perseguidos de un altavoz adicional a través del cual denunciar su situación. Es mi remordimiento profesional del año.

-La Guerra Mundial de África: Siria y Palestina han enterrado informativamente la guerra que más víctimas ha provocado desde la II Guerra Mundial. El conflicto del Congo ha matado a más de cinco millones de personas y se ha recrudecido este año con el avance de los rebeldes, agravando el desastre humanitario. La información publicada en los medios ha sido escasa o nula. Pocas cosas ilustran mejor ese abandono que esta pieza en la que la CNN se pregunta por qué el mundo ignora la guerra del Congo. Quizá los editores de la cadena estadounidense podrían haber empezado por preguntarse por qué televisiones como la suya, con sus medios e influencia, dieron más valoración al embarazo de Kate Middleton.

-La revuelta de los bonzos: Cerca de un centenar de monjes se han inmolado en las prefecturas tibetanas de Ganzi y Aba, a pesar de que el Gobierno chino mantiene bajo estado de sitio la zona, su Ejército cerca monasterios y miles de personas han sido detenidas. Los tibetanos están acostumbrados a no despertar mucho interés mediático, salvo en las contadas apariciones del Dalai Lama con algún actor de renombre. Su levantamiento sin embargo no tiene precedentes, simbolizado por la inmolación de la monja Palden Choetso recogida en este escalofriante vídeo. Las restricciones impuestas por Pekín en la zona han dificultado la cobertura y se convirtieron en una excusa para que la mayor parte de los medios ni siquiera intentaran acercarse a informar de lo que estaba ocurriendo.

Visto en el blog de David Jiménez.

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