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Los intocables de Birmania

lunes, 9 de abril de 2012


Del cuerpo de May Gyin apenas quedan los huesos y, sobre ellos, una piel lánguida que parece a punto de deslizarse para abandonar su esqueleto. Sus pómulos han desaparecido, destacando unos ojos negros que pasan las horas mirando a ninguna parte. Junto a ella, su marido Zaw Khin revela lo evidente: "Tiene sida terminal".

Otros pacientes yacen sobre camastros de bambú en una cabaña sin aire acondicionado ni ventiladores que en las noches tropicales se llena de mosquitos. Así es el único hospicio para enfermos de sida de Birmania, al que muchos pacientes acuden con la única aspiración de morir en paz.

May Gyin llegó hasta aquí hace un mes procedente de la aldea de Ka Don, en el delta del río Irrawaddy. Dos de sus hijos murieron en el ciclón Nargis de 2008. Poco después, deprimida y sin fuerzas, acudió a hacerse una revisión médica en una clínica local. La aguja de la jeringuilla estaba infectada. "Empecé a perder peso y me salieron marcas en la piel. Me dijeron que estaba enferma y que moriría", susurra la mujer de 41 años, que tiene otros dos hijos con vida.

El Centro de Salvación para enfermos de sida es reflejo de las contradicciones de un país rico en recursos naturales que sin embargo carece de las medicinas para tratar las infecciones más simples. Durante años el Gobierno ha gastado cerca del 40% del presupuesto nacional en Defensa, invirtiendo apenas un 3% en educación y sanidad. Los hospitales públicos rechazan a los enfermos de sida porque no pueden malgastar sus pocos recursos en pacientes que no pueden salvar.

Visto en El mundo vía Meneame, aunque el resto del artículo es de pago.

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