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Llamamiento para una estrategia no-violenta del movimiento democratico birmano

viernes, 20 de febrero de 2009

Llamamiento para una estrategia no-violenta del movimiento democrático birmano por la paz y la justicia en Birmania

En el Seminario de Birmania en Barcelona del pasado 6 de Febrero hemos vivido un momento histórico de cambio social en Birmania. Mientras la Junta Militar Birmana sigue oprimiendo y violando sistemáticamente a los pueblos de la Unión de Birmania. Mientras las economías mundiales dan la espalda a las demandas de las etnias birmanas y no birmanas. La guerra birmana continúa. Todo se ha mundializado incluso el movimiento democrático birmano. De eso sabemos mucho nosotros que tuvimos que combatir una dictadura desde dentro y fuera, para acabar pactando una constitución garantista que aportara paz y reconciliación a un país que había perdido más de la mitad de la población en 40 años. Al menos 6 millones de birmanos vivos están fuera de Birmania, y se han manifestado pacífica y enérgicamente contra la injusticia. Desde la Revolución Azafrán de 2007 hasta las terribles pesadillas del ciclón Nargis el movimiento mundial de paz, justicia, democracia y solidaridad hacia los pueblos de la Unión de Birmania han crecido. Hemos aprendido mucho en Barcelona el pasado fin de semana, extraído conclusiones que pueden aportar estrategias de cambio político a través del movimiento democrático, las etnias birmanas y el proceso constitucional. Se ha hablado desde múltiples perspectivas: budismo, política, mujeres, etnias, parlamentarios, periodistas, artistas.... hemos hablado de todo, y todos han negado que la revolución armada sea una solución. Charm Tong decía: "ahora puedo mirar a los generales y decirles ¡buenos días!, no os temo y no estoy de acuerdo con vuestra política". La estrategia birmana es una estrategia no-violenta para el cambio social.


Una doble visión : la política de la no-violencia.
La Revolución Azafrán, las protestas de las mujeres, los civiles, estudiantes y monjes. Las protestas de millones de ciudadanos -en Europa solo fueron 12 millones- en todo el mundo apoyando la causa birmana; mostraron la doble visión de la política no-violenta birmana. Aunque la opinión publica crea que la Revolución Azafrán fracasó, no lo hizo, ni en la organización de la acción no-violenta efectiva, ni en las nuevas estrategias coherentes de lucha contra el poder militar que mostró posteriormente. Esta doble visión que los occidentales solemos tener del fracaso de la política de la no-violencia, procede de nuestra carencia de práctica en los resultados a largo alcance del movimiento político democrático birmano. Muy poca gente con conocimiento teóricos y prácticos de no-violencia ha formado parte de la política internacional, muy poca ha formado parte de los gobiernos y de la organización de los movimientos de oposición democráticos (con algunas claras excepciones).

El movimiento no-violento democrático birmano no es un simple y espontáneo arrebato de unos monjes que salen a la calle en una marcha improvisada. Eso es sencillamente imposible, los que vivimos en una dictadura lo sabemos. El movimiento democrático, las etnias y las campañas de Birmania internacional estamos buscando explícitamente una política no-armada y no-propagandista, es una "resistencia social no-violenta", que tiene una doble vertiente: por un lado proteger la vida de los birmanos y por otro definir lo que significa realmente democracia, justicia y participación. Tener una estrategia no-violenta no significa apartarte de las confrontaciones, sobre todo cuando la confrontación es necesaria. Es necesario confrontar a la Junta, la opinión pública internacional debe de saber, que igual que los Nazis se dedicaron a exterminar a millones de judíos y Europa miró hacia otro lado. Un día la Junta Militar Birmania se sentará frente a la Corte Penal Internacional por "crímenes contra la humanidad".

La oposición democrática birmana no-violenta está lista para gobernar, hay que trabajar para hacer visibles las alternativas que proponen y fortalecer la resistencia local en la frontera. El énfasis de construir alternativas es estupendo -de hecho fue lo que hizo Gandhi en India-, el problema es que la Comunidad Internacional reconozca la no-violencia como una forma de política con propuestas.

En mi opinión, la NLD, las etnias y el movimiento pro-democrático actual está listo para gobernar, y han adoptado una estrategia de resistencia no-violenta como propuesta política de cambio social que es loable. Birmania debería de ser noticia, justamente porque sus propuestas no-violentas están socavando a uno de los regímenes más crueles actuales. El lenguaje de la no-violencia en la política internacional y en los organismos internacionales debe de expresarse con mayor legitimidad. La no-violencia tiene el potencial para contribuir a un desarrollo económico, político y global importantísimo. Este es nuestro desafío, tanto para los políticos, como para los activistas no-violentos, debemos dar a Birmania un valor inestimable en tanto y cuanto nos permite aprender a desarrollar en nuestras vidas algo nuevo basado en sus experiencias.

Trascender la política tradicional y caminar hacia la no-violencia
El movimiento no-violento birmano está trascendiendo las fronteras tanto a nivel local -extendiéndose a otras zonas del sudeste asiático- como mundial. En tanto que se expresa en Forums Internacionales. El presidente del Parlament de Catalunya Mlt. H. Ernest Benach, explicó a la delegación birmana que le visitó como Catalunya convirtió una fortaleza militar en lo que hoy es un Parlamento Democrático. Catalunya y España no pueden olvidar a Birmania, porque para nosotros es algo demasiado cercano, demasiado parecido, demasiado igual a lo que hemos vivido como pueblo y proceso. Puede resultar lejano por no tener vínculos históricos -afirmó Xavier Badia, dtor. de la Oficina de Promoció de la Pau i els Drets Humans de Catalunya- nos parece algo ajeno. Pero Birmania es una oportunidad. Resulta difícil comprender lo que esto significa para nosotros, qué es la resistencia no-violenta, pero es claramente algo diferente, y para ello hemos extendido el marco estratégico extenso para que se pueda emplear en los diferentes contextos y necesidades de la lucha por la paz y la democracia en Birmania.

Tradicionalmente creemos que las propuestas críticas al poder no-violentas han sido marginales en la historia. Quizás lo sean para las políticas internacionales de oposición mayoritaria basadas en la guerra, la destrucción y la descalificación de la bondad del otro. Pero hoy ya no tiene que ser así. Parece que el mundo necesita propuestas, que no sólo se enfrenten críticamente a la opresión y la violencia de todo tipo, sino que también otorguen herramientas de siglos de experiencias que han provocado cambios en el mundo. Creo firmemente que el movimiento pro-democrático birmano puede servir de inspiración a otros movimientos mundiales, que puede ser una alternativa completa a las tradicionales políticas de oposición. Si la Comunidad Internacional no condena a la Junta Militar Birmania -sanciones- verdaderamente, es porque esta construyendo la política internacional con unas miras muy estrechas, primando la violencia y la violación de los derechos humanos, más que la resistencia activa.

Lo que el movimiento pro-democrático, las etnias birmanas y las campañas internacionales de ayuda a la democracia en Birmania pretendemos hacer es invitar a la Comunidad Internacional a que legitime el poder de la política de la no-violencia como una estrategia valida. Hay que globalizar la no-violencia, con el fin de resolver el caso Birmania y poder aprender sobre como adoptar y aplicar la resistencia estratégica no-violenta en las redes mundiales y la resolución de otros conflictos. No creemos tener todas las respuestas, pero estamos afrontando la gigantesca tarea de alimentar a los birmanos -refugiados en campamentos, emigrantes ilegales- en el exilio de la frontera de Tailandia, impulsando las redes internas hacia la democracia, la participación y la justicia, y a la Comunidad Internacional para que reaccione. Sabemos que tenemos que intentarlo con todas nuestras fuerzas, la historia lo está reclamando.

La política internacional debe de reconocer que el movimiento no-violento birmano actual tiene (entrenamiento, estrategia, organización y acción), y que va a seguir trabajando. El caso birmano no es un caso aislado y somos muy conscientes de que es aplicable a otros movimientos democráticos mundiales, aprenderemos y contribuiremos con nuestro conocimiento a la estrategia no-violenta, haciendo que el movimiento democrático y otros movimientos no solo desafíe a la Junta Militar Birmania, sino al orden mundial violento que condena a la muerte a más de tres cuartas partes de la población del planeta. Haremos que Birmania cambien de hecho y de derecho.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Permíteme sólo una consideración sobre este texto. Aún queriendo atribuir al movimiento no-violento un alcance internacional (lo que en el caso de Birmania me parece todavía una perspectiva en fase de gestación), es bastante atrevido afirmar que la Revolución Azafrán no haya fracasado. Creo que los movimientos se juzgan no sólo por las intenciones, sino también por los resultados que obtienen. En este caso el resultado ha sido una vez más una tragedia. La estrategia de la no-violencia en el caso birmano ha sido siempre aplastada por la violencia del régimen. Es un hecho que en 20 años de resistencia no-violenta la situación para la población birmana no haya registrado mejoras ni a nivel económico, ni a nivel social, ni en el plano de los derechos humanos. Al contrario, las cosas han ido empeorando progresivamente hasta llegar a la emergencia actual de la cual, quienes hemos tenido la oportunidad de visitar el país, nos hemos podido dar cuenta con facilidad. Me gustaría saber de la Sra. Concha Pinós a que se refiere exactamente cuando habla de "nuestra carencia de práctica en los resultados a largo alcance del movimiento político democrático birmano". Cuáles resultados concretos ha alcanzado el movimiento democrático birmano en los últimos 20 años? Una entera generación está en las cárceles, condenada a décadas de impotencia y eliminada del contexto civil. Los líderes de la NLD o están detenidos o exiliados o ya no representan una amenaza para el régimen. Sería mejor - creo - evitar peticiones de principio o llamamientos e intentar mirar a la realidad por lo que es, y desgraciadamente en este momento el cuadro es desolador. El concepto de no-violencia es alto y noble. El problema es que para luchar contra la violencia de estado de la dictadura a veces no es suficiente. Lo que no implica (y aquí está otro error de los profetas de la no-violencia) que se deba armar a la población. No es esa la alternativa. La alternativa podría ser, por ejemplo, buscar y encontrar apoyos políticos, financieros y operacionales concretos (más allá de la simple solidaridad para la causa) de las potencias democráticas para conducir una lucha contra la dictadura que tenga alguna posibilidad de éxito. La esperanza en un cambio que se produzca exclusivamente desde dentro es muy respetable y comprensible, pero en las condiciones actuales también poco realística.
Pido disculpa por haberme extendido quizás demasiado.

Un saludo.

Enzo Reale

Juan Antonio HERGUERA TORRES dijo...

Ciao, Enzo.

Lo que planteas aquí no lo puedo contestar yo; solo nos hemos limitado a exponer las ideas de Concha, pero no puedo hablar por ella.

No termino de ver qué es lo que propones.
Por un lado muestras que la no-violencia no ha conseguido nada en Birmania; tal vez requiera más tiempo; tal vez más tiempo sea demasiado.
Por otro lado para acabar con la dictadura birmana no ves necesario / imprescindible que la población se arme y se produzca una sublevación.

La única solución que hay, entonces, es esperar que los políticos de EEUU, UE, China y otros hagan algo. También llevamos mucho tiempo oyendo muy buenas palabras de los políticos y tampoco se ha logrado nada.

¿Cambio desde dentro?
¿Cambio desde fuera?
¿Cómo? ¿A cambio de qué? ¿Cuándo?
Ufff...

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